EN estos días se habla y se escribe de las fusiones bancarias, de CaixaBank, de Bankia, de si el Gobierno va a tener participación pública en el primer banco de España (con lo cual Pedro y Pablo serían banqueros por un día, digo por un tiempo). También de que el Gobierno rectifica (a la fuerza) y permitirá a los ayuntamientos que puedan usar su superávit sin confiscarlo. Esos préstamos eran controvertidos, porque los ayuntamientos no querían hacer de prestamistas, o de diteros del Gobierno. Y, además, que si los obligaban por la cara no eran préstamos, sino incautaciones. Algo propio de las guerras sucias y las pandemias locas.

Pero se habla menos de la Diputación Provincial de Sevilla, que es nuestro banco bueno. Un banco público con un generoso prestamista. Porque Fernando Rodríguez Villalobos manifestó su predisposición a prestar al Tesoro Público la cantidad de 258 millones de euros, que era su remanente para que no se lo lleve la corriente.

No sería la primera vez que la Diputación Provincial de Sevilla se comporta como un banco bueno, de los que gustan incluso a los indignados con los banqueros. En 2007 ya crearon el FEAR (Fondo Extraordinario de Anticipos Reintegrables), que surgió en las vísperas de la crisis anterior, con el objetivo de ofrecer préstamos sin intereses a los ayuntamientos. Es decir, más que un banco bueno, es un banco buenísimo, un banco de compadres para los ayuntamientos de la provincia.

En 2019, la Diputación Provincial de Sevilla, a través de su banco bueno del FEAR, aprobó por unanimidad (para los préstamos a coste cero siempre pactan todos), la concesión de 97 millones de euros para prestar a los ayuntamientos sevillanos, a través de cinco líneas, que permitían financiar inversiones, refinanciar créditos, deudas con la Seguridad Social, sentencias judiciales y otras necesidades transitorias de tesorería. Es decir, que la trayectoria prestamista de la Diputación como banco bueno, como ditero altruista para los ayuntamientos, no es nueva, ni era un favor al Gobierno de Pedro y Pablo, sino que goza de un profundo arraigo.

Eso no significa que Bankia vaya a pedir un préstamo a la Diputación de Sevilla para afrontar la fusión en mejores condiciones. Tampoco Fernando Rodríguez Villalobos es como un Botín de las corporaciones provinciales. Por el contrario, significa que las diputaciones gozan de una saludable tesorería, y que están al quite para las dificultades de los ayuntamientos y hasta del Gobierno. Viven con desahogo. Ya no queda ningún Rivera en los partidos de la nueva política que pida suprimirlas.

José Joaquín León