EL Señor sale a la plaza de San Lorenzo, al comenzar octubre, en un momento en el que se habla de la segunda ola del coronavirus, cuando cumple cuatro siglos desde que Juan de Mesa lo hizo. Puede que algunos no lo entiendan y piensen que es un riesgo innecesario, que esa misa pontifical se debería celebrar en su basílica, donde permanece encerrado como si no hubiera terminado la desescalada. Es una decisión debatida y asumida, que se puede compartir o no, pero es valiente, como su zancada abriendo caminos. Las autoridades lo han permitido y han adoptado medidas de seguridad. La Junta de Gobierno que preside José Félix Ríos ha aplicado criterios adaptados al momento. En la plaza habrá más de 300 personas, y con más holgura que en el templo; se celebra al aire libre, donde el riesgo es menor que en los espacios cerrados, según cuentan los expertos.

El Señor sale a la plaza de San Lorenzo, al comenzar octubre. ¿Y la gente? ¿Y los devotos y las devotas del Gran Poder? Asistirá una representación, por invitación, como hubiera sucedido en la basílica. La plaza de San Lorenzo estará aforada, con cortes de calles para evitar aglomeraciones. Las medidas han sido consensuadas. Y, además, se anuncia la asistencia del presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, y del alcalde de Sevilla, Juan Espadas. La presencia de ambos certificaría el apoyo oficial. Con lealtad institucional. Uno del PP y otro del PSOE. Para asistir a una misa solemne, oficiada por un cardenal del Vaticano, el sevillano Miguel Ángel Ayuso, que concelebrará con dos arzobispos: el de Sevilla, Juan José Asenjo, y el Castrense, Juan del Río. En Madrid no lo entenderán, ni falta que hace. Esto es Sevilla, capital de Andalucía, que tiene sus propias normas.

El Señor sale a la plaza de San Lorenzo, al comenzar octubre, el mes en el que debería haber visitado los tres barrios que se califican como pobres. El Señor no acudirá a las parroquias de La Candelaria, la Blanca Paloma y Santa Teresa, como estaba previsto, pero habrá representantes para recordar que el Gran Poder no se olvida de los más humildes. Los acompaña aunque no lo vean, y también lo verán los viernes en San Lorenzo si van, o en sus barrios cuando acuda el próximo año.

El Señor sale a la plaza de San Lorenzo, al comenzar octubre, y rompe una tendencia nefasta para las hermandades. Lo que ocurra hoy no será indiferente para el futuro. Los vencejos y otras aves que este año lo añoraban en el amanecer solitario del Viernes Santo, sentirán el reencuentro. El Señor estaba confinado, pero no ausente.

José Joaquín León