EL principal motivo por el que han aumentado los negacionistas de la Covid-19 (que tanto contribuyen a su expansión) es por la adopción de medidas incoherentes. Las autoridades se columpian. Toman decisiones que carecen de un mínimo rigor científico y que son claramente contradictorias. No sólo Pedro Sánchez. En Andalucía, han publicado unas rectificaciones de horarios en el BOJA, que han afectado a la esencialidad de las librerías o las peluquerías, pongo por caso. Pero lo más grave es buscar unos equilibrios imposibles. Cerrar antes y hacer lo mismo. Como si el coronavirus se propagara más a partir de las 18 horas.

Es absurdo utilizar el municipio como referencia para confinar. Pensemos, por ejemplo, en la línea única del Metro, que empieza o termina en Mairena del Aljarafe, pasa por Sevilla y llega al término municipal de Dos Hermanas. ¿Montequinto dónde está? En el Aljarafe hay municipios prácticamente unidos. Y ya se comentó el caso de El Cuervo, que tiene una calle con una acera en la provincia de Sevilla y otra en la de Cádiz, si bien se le considera un municipio plenamente sevillano. Por lo demás, te puedes desplazar desde el Parque Alcosa hasta el Tardón, o de San Jerónimo a Bellavista. Y esparcir los virus por media ciudad, pues el descontrol es total.

Hay medidas para fastidiar, como las mascarillas para el running, que incluso pueden causar enfermedades a los corredores. Por supuesto, pocos lo cumplen, porque es una estupidez manifiesta, y porque no es igual correr por un parque o un lugar solitario que por la calle Tetuán llena de gente. Pasamos por delante de bares donde ves personas de tertulia en las barras sin mascarillas (no todos, pero yo he visto varios casos, y antes de las 18 horas), como si no ocurriera nada. Mientras en las iglesias siguen reduciendo los aforos, con unas proporciones que sólo van a quedar el cura y el sacristán. A no ser que celebren las misas en las plazas, como aconsejó Juanma Moreno para la Semana Santa.

No pasa sólo en Sevilla, ni en Andalucía, ni en España. En Europa se están luciendo. Por eso, es el nuevo epicentro del coronavirus. En Francia se ha montado una bronca cultural porque cerraron las librerías. Los clientes de los cafés clausurados en el Barrio Latino o en Montparnasse podían comprar bebidas alcohólicas en las licorerías y vinotecas, pero no un libro de Baudelaire, ni de Modiano. En algunas regiones españolas puedes leer en un colegio y no lo permiten en una biblioteca pública.

El mundo se ha vuelto incivilizado, un reducto de paranoicos, que viven una vida condicional mientras juegan a no vivir.

José Joaquín León