AHORA se habla de la Navidad, pero el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, ya ha puesto fechas: cuando pase el puente de la Inmaculada habrá una decisión sobre las llamadas Fiestas de Primavera. Cuando pase el puente de la Inmaculada nos van a dejar el calendario festivo que no lo va a conocer ni la madre que lo parió, que diría Alfonso Guerra, con su mentalidad de señor mayor. La gente, de momento, está asustada con las fiestas de invierno, con ese borrador que lanzaron sin paracaídas, en el que incluso se prohíbe cantar villancicos en las misas del Gallo. Capaces son de poner en los templos un cartelito de Prohibido el cante. Un poco de seriedad. Con las medidas del profesor Illa siempre hay sorpresas, ya no saben qué prohibir. O inventan cabalgatas estáticas, lo que de por sí resulta insólito, pues cabalgata viene de cabalgar, y es más difícil sin moverse.

Paso viene de pasar. Pasa la Macarena, pasan los campanilleros… Porque lo nuestro es pasar, como escribió Antonio Machado y cantó Joan Manuel Serrat. Pasando lo que pasó, ya estamos a cuatro meses de la Semana Santa. El alcalde Espadas, en un foro sobre turismo y hostelería que organizó la SER con la Cámara de Comercio, afirmó que después de la Inmaculada habrá decisión sobre la Semana Santa y la Feria, pues los plazos no admiten dilaciones, tienen su burocracia.

Los pronósticos apuntan a que no celebraremos la Semana Santa ni la Feria al sevillano modo acostumbrado. Las vacunas sólo hacen de señuelo para un falso optimismo. El ministro Illa afirma que van a empezar en enero, pero los epidemiólogos dan por descontado que no habrá inmunidad de rebaño en Sevilla para el 28 de marzo, Domingo de Ramos. ¿Ni aunque organizaran vacunaciones masivas en las casas de hermandad, tras la experiencia de la gripe? ¿Ni aunque concedieran prioridad a los nazarenos, los costaleros y los músicos? ¿Ni aunque vacunaran a los abonados de las sillas y palcos? ¿O sí?

Así que ya sólo queda esperar las dos semanas. Y después no le echen las culpas a Juan Espadas, al que todavía le recuerdan aquello de que “la OMS me debería convencer” para que no salieran procesiones en la Semana Santa de 2020. La OMS ya no convence a nadie y engaña a muchos incautos, como ocurrió cuando dijeron que las mascarillas no servían. Juan Espadas tampoco es como Bill Gates, que se ha reconvertido en pitoniso, y va diciendo que no habrá normalidad hasta 2022.

¡A ver si al menos salvamos el Corpus! Es la oportunidad para reducir las representaciones a estandarte y cuatro varas.

José Joaquín León