A diferencia de otras ciudades, donde predomina la novelería, en Sevilla se aprecia la tradición como un valor añadido. La tradición no es lo mismo que el inmovilismo. Pues si lo inmóvil fuera lo que no se mueve, y permanece estático o apalancado, la tradición es mantener aquello que está bien, adaptándolo a los tiempos. No sólo ocurre con las fiestas y las costumbres, también con las personas. Cuando alguien desempeña una buena labor, cuesta trabajo cambiarlo, como no sea a la fuerza. Un ejemplo es Francisco Herrero, presidente de la Cámara de Comercio, que en mayo cumplió 17 años en ese cargo. Y sigue…

Otro ejemplo ha sido Fernando Rodríguez Villalobos, presidente de la Diputación hasta el 7 de julio. Fue presidente provincial más de 18 años, desde que sustituyó a Luis Navarrete. Durante ese tiempo presidieron la Junta de Andalucía sus compañeros Manuel Chaves, José Antonio Griñán y Susana Díaz. Llegó a la presidencia de la Diputación cuando era líder socialista José Luis Rodríguez Zapatero y se ha despedido con Pedro Sánchez. Ha sobrevivido al sectarismo partidista, porque su gestión ha sido apreciada en la provincia. Sevilla y Jaén son las dos únicas diputaciones andaluzas que mantiene el PSOE.

Aunque José Joaquín Gallardo ya no ejerce como decano del Colegio de Abogados, todavía algunas personas creen que sigue al frente. Fue decano durante 24 años, tras ganar cinco elecciones consecutivas. Gallardo terminó en 2019, y desde entonces, ya han pasado dos decanos por el Colegio de Abogados. Señal de que no sería tan sencillo. Señal de que su gestión era valorada. Así le fue reconocido.

Mantenerse en el poder, con elecciones por medio, es democrático. En la mayoría de las instituciones, incluso en las hermandades, se imponen los ocho años (o incluso los seis años) de permanencia en un cargo, para que exista renovación. La cuestión para debatir sería: ¿merece la pena renovar lo que funciona bien y asumir el riesgo de estropearlo? Nadie es imprescindible, pero a veces se cambia a peor.

En el Ayuntamiento de Sevilla, el récord de longevidad durante la democracia lo mantiene Alfredo Sánchez Monteseirín, que fue alcalde durante 12 años. Desde que se fue en 2011, nadie se le ha aproximado. El anterior alcalde, Antonio Muñoz, no ganó nunca unas elecciones. El nuevo alcalde, José Luis Sanz, todavía está en el periodo de cortesía. Pronto comprobará que es un cargo de alto riesgo.

El sevillano incombustible debe ser elogiado. No es un figurón, porque los cargos han sido votados y dependen de la gestión.

José Joaquín León