LA buena gente que paseaba en la mañana del domingo por la plaza de la Encarnación se persignaba. Y no era por devoción a la Virgen del Valle (o quizás también), que recibe culto al lado del lugar del suceso, en la iglesia de la Anunciación. Se hacían cruces por el milagro ocurrido a las ocho de la mañana, con el desplome parcial de uno de los ficus sin causar víctimas. Y no faltaba una señora que le comentaba a un señor: “A ver a quién le echan las culpas los ecologistas. A ver si crean otra plataforma para buscar las cosquillas, como le hicieron a los dominicos de San Jacinto”. Pues, en estos casos, siempre se busca un culpable. Y si son frailes, mejor. Pero esta vez le ha tocado al Ayuntamiento. Aunque el actual alcalde, José Luis Sanz, sólo lleva un trimestre en el cargo. Y el desaguisado de los ficus de la Encarnación procede de los tiempos de las Setas y la reforma de la plaza. Es decir, procede del bloque progresista de Alfredo Sánchez Monteseirín.

Parece que también han influido las últimas lluvias. Sevilla y las lluvias se llevan mal desde los tiempos de Noé. Cuando hay sequía queremos que llueva. Y, cuando llueve, acontece alguna catástrofe o estropicio. Y, además, están las plataformas, que también existen. Las plataformas de los ficus quieren reponer todos los que se van al garete. Pero a lo mejor es preferible defender a las personas humanas antes que a los ficus. Y plantar los ficus en espacios que no sean de frecuente concurrencia. Porque los ficus se caen de vez en cuando, y ustedes ya lo han visto.

Resulta que los ficus no son inmortales. Resulta que los ficus, cuando son centenarios, se ponen pachuchos. Es ley de vida. Puedo mencionar varios casos de ficus problemáticos en Andalucía, a causa de su avanzada edad. Cuando un ficus se desploma (total o parcialmente) es parecido a lo que ocurre cuando un amigo se va. Porque, además de irse el ficus a hacer puñetas, se puede llevar por delante a un amigo que pille de paso. O a cualquier ser humano que pasaba por allí. De manera que los seres humanos también podrían crear una plataforma que se denomine Sevilla sin ficus. O algo así.

Las penalidades de los ficus de la Encarnación se agravaron en los últimos años. Dicen que por las obras de las Setas, porque movieron la fuente y por retoques que afectaron a sus raíces. Al margen de los problemas técnicos, está demostrado que los ficus sufren en su vejez. Pueden ser centenarios, pero no milenarios. Y por eso debe prevalecer el derecho a decidir: o ellos o nosotros. Plantad naranjos, que son más poéticos y fragantes.

José Joaquín León