AL ministro de Transportes, Óscar Puente, lo tienen ya en el punto de mira la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla. Es un ministro peculiar, con una parte buena y otra mala. La buena es que suele decir lo que piensa y miente menos que otros compañeros de Gobierno. La mala es que se comporta con una chulería y grosería impropias de un alto cargo institucional. Es un señor de Valladolid que saltó a la fama como dóberman de Pedro Sánchez en el debate de la fallida investidura de Feijóo. Desde entonces, el presidente lo utiliza para que diga lo que otros socialistas callan. Y, como no tiene remilgos, y le importa un pito pito gorgorito lo que piensen los demás, va soltando lo de trazo grueso. Así ha dicho que el AVE a Huelva, como el de Cádiz, no se hace porque no sería rentable. Y no lo dice por ocurrencia, sino porque las inversiones en AVE van a disminuir.

El AVE de Sevilla a Madrid fue el primero de España, por una decisión del Gobierno de Felipe González. Ha cumplido 32 años y ha transportado a 90 millones de viajeros, vale, pero actualmente no es el mejor de España. Y no lo digo sólo porque algunos vagones del AVE de Renfe parecen de la época fundacional y ya resultan viejunos. Lo digo porque en el último trimestre de 2023 el AVE Madrid-Sevilla fue el cuarto de este país en número de viajeros. Tras las líneas de Madrid-Barcelona, Madrid-Valencia y la de Madrid a Málaga y Granada (que se suman), por lo que ha perdido valor estratégico para las inversiones. Se nota en los vagones y en el servicio, que ha ido a peor.

Según un estudio publicado por Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada), si los gobiernos hubieran utilizado criterios de rentabilidad, en España sólo se hubiera construido una línea de alta velocidad ferroviaria: la de Madrid a Barcelona. Las demás no cubren los costes. Y se debe a que el número de usuarios es insuficiente. La suma de viajeros de las cinco primeras líneas de alta velocidad de España equivale a la mayor línea de Francia. El AVE es deficitario. Y no sólo a Huelva.

Sin embargo, según el mencionado estudio, las inversiones en la red ferroviaria española alcanzan unos 50.000 millones, lo que supone el 42% del gasto en infraestructuras, frente al 37% en carreteras, el 14% en aeropuertos y 6% en puertos. A pesar de que el tren sólo mueve el 4% de los pasajeros y el 1% de las mercancías, mientras que por las carreteras se desplazan más del 90% de pasajeros y mercancías.

Por motivos políticos y ambientales, se ha potenciado el tren, frente a otros transportes. Pero no es rentable y se va frenar. Y es lo que está insinuando el ministro Óscar Puente, con su estilo tabernario.

José Joaquín León