LA rivalidad es el motor histórico de la afición sevillana al fútbol. El próximo domingo se enfrentarán el Sevilla FC y el Real Betis Balompié en el estadio Sánchez Pizjuán. Ambos clubes tienen aspiraciones, que ya no se limitan a quedar por encima del eterno rival en la clasificación final de La Liga, pero ese detalle condiciona el prestigio deportivo de la temporada. Serán recordados los dos resultados. Se da la circunstancia de que al derbi del domingo llegan con cinco puntos de diferencia para los béticos, que han empezado mejor. Aunque ninguno ganó en la última jornada.
La rivalidad en Sevilla es diferente a la de otras grandes ciudades. En Madrid, el Real es más fuerte que el Atlético, que, no obstante, es el tercer club de España en estos momentos. En Barcelona, la superioridad del Barça sobre el Espanyol es apabullante, la rivalidad se basa en el pez grande y el chico. En Valencia, ahora existe más igualdad entre el Valencia CF y el Levante, pero es por la ruina que padecen los valencianistas.
El Sevilla y el Betis se han consolidado en Primera. El último ascenso del Sevilla fue en 2001 y el más reciente del Betis en 2015. El Sevilla ha vivido una etapa dorada en el siglo XXI, con siete Copas de la UEFA (de ellas cuatro Europa League) entre 2006 y 2023, y con dos Copas del Rey (2007 y 2010). El Betis también ganó la Copa del Rey en 2005 y 2022. No ha conseguido ningún título europeo, aunque la pasada temporada fue subcampeón de la Conference League al perder la final con el Chelsea.
El Betis ganó una Liga en 1935, hace 90 años. El Sevilla en 1946, y han pasado casi 80 años. No obstante, en el siglo XXI es cuando han sido más fuertes, sobre todo el Sevilla de las copas. En estos momentos, ambos se pueden considerar entre los clubes más potentes de España, pero lejos del Real Madrid y el Barcelona, incluso del Atlético.
A veces se ha especulado con una fusión de los dos para crear un solo club, que pudiera disputar los títulos al máximo nivel con los dos grandes de España, e incluso en Europa. Eso es una utopía, por no decir una estupidez. Ni los sevillistas ni los béticos estarían dispuestos a integrarse en un solo club.
Por afición, por número de abonados, Sevilla no está lejos de Madrid y Barcelona, y muy por encima de Valencia y las demás ciudades. Sin embargo, sin la rivalidad no se entiende el fútbol sevillano. La rivalidad es buena, sirve de estímulo, y sí, también divide, es la quintaesencia de la dualidad de Sevilla.
José Joaquín León
