TENER un hijo es más difícil que escribir un libro y plantar un árbol, en los tiempos que vivimos. Antes no, antes España era diferente. Era un país de reprimidos y reprimidas, según decían los progres de los años 80, que hicieron la revolución sexual con 15 años de retraso respecto al mayo del 69. Pero era un país de familias numerosas. Para ganar el premio de natalidad, había que tener 20 hijos, o algo así, y te invitaban al palacio del Pardo, para una foto con el Generalísimo Innombrable. Las familias eran numerosas a partir de los cuatro hijos. Les concedían ventajas, descuentos, y becas para los estudios. Ahora también hay ventajas, pero no hay hijos. Es verdad que faltan pisos para jóvenes, y ciertos actos no se deben hacer en plena calle, o en un parque.

Los datos que tenemos son espantosos, a pesar de que los inmigrantes magrebíes e hispanoamericanos son más prolíficos. La tasa de natalidad es de 7,74 nacimientos por cada 1.000 habitantes, la segunda más baja de Europa, tras Italia. La tasa de fertilidad está en 1,23 hijos por mujer. Según el Instituto Nacional de Estadística, en 2024 nacieron 318.005 niños, con un descenso del 0,8% respecto a 2023. Comparado con los últimos diez años, son 100.000 niños menos. La esperanza de vida es de 80,96 años para los hombres y 86, 31 para las mujeres, que son más longevas. La pirámide de población ha cambiado: los niños son el 12,7% y los mayores de 65 años son el 20,9%. De seguir la tendencia, el futuro de las pensiones será imposible,

Todos los alcaldes de Sevilla, incluido José Luis Sanz, aspiran a tener más de 700.000 habitantes y más de 500.000 árboles plantados. Por el número de libros publicados no se preocupan. Pero, para tener más de 700.000 habitantes, se debe hacer lo contrario de lo que se hace. Deben fomentar la procreación sevillana. Entre todos los métodos de procrear, el más agradable y satisfactorio es el tradicional, según dicen los entendidos. Sin embargo, cuantas más formas de procrear inventan, menos niños y niñas nacen. Hay que concienciar a la juventud. Y recordar que no es lo mismo criar un niño o una niña que una simpática mascota, ya que los perros y los gatos no cotizan a la Seguridad Social, ni nos dan nietos, ni heredan el piso familiar.

Hacen falta más natalicios, para que pidan al rey Baltasar otra hucha de las pensiones. Debe ser un objetivo urgente. Tener un hijo dará muchas alegrías. Para eso conviene apagar los telediarios, porque la política actual no es afrodisiaca, y deja en la indolencia a las almas cándidas. ¿Por qué con el sanchismo ha bajado la natalidad?

José Joaquín León