EN el Carnaval hay tormentas que caben en un vaso de agua. Todo tiende a fluir dentro de ciertos límites. Un ejemplo ha sido el conflicto de las televisiones entre Onda Cádiz y Canal Sur. Al final se ha resuelto con bastante sensatez. El modelo de este año probablemente tiene más sentido, porque combina los intereses locales y andaluces. A Onda Cádiz le beneficia retransmitir todo el concurso, porque el Carnaval es su especialidad principal, y porque su área específica de cobertura está en Cádiz y su provincia. A partir de ahí, la cesión de derechos le sirve para abaratar costes, y para acreditar su nivel técnico, ya que producirán los contenidos a emitir en televisión y en radio.

Canal Sur pagará 200.000 euros, y se asegura lo que le interesaba: las semifinales y la final. En el COAC, cuando ampliaron los cuartos, condicionaron la programación. Por otra parte, los juveniles e infantiles carecen de interés en otras provincias. Gracias a Manolo Casal, Modesto Barragán, Paz Santana, Fernando Pérez, Soco López, y por supuesto Juan Manzorro, entre otros profesionales, a los que se suma El Yuyu, en Canal Sur hicieron mucho por el Carnaval, aunque les criticaban todo, como se ha visto al negociar. También es loable el trabajo de Miriam Peralta y Enrique Miranda, al frente de tantos compañeros de OC, a la que por fin se está reconociendo que no era el caprichito de Teo y el niño Jorge, sino una televisión para los gaditanos, que ahora no existiría si no hubiera existido, como es obvio.

En el futuro, para atraer audiencias, hay que emitir un Carnaval más dinámico, sin esas interrupciones tan pesadas y difíciles de salvar. El modelo de este año debería servir de base para mejorarlo en lo sucesivo. Un Carnaval sin televisión, sin radio y sin prensa no es posible. A pesar de Internet y otros inventos del Maligno, esta fiesta tiene unas características propias, que obligan a la sensatez de todos. Si no se la quieren cargar, por supuesto.

José Joaquín León