ESTAMOS llegando a un nivel de miseria moral en la política española que debería llevar a la reflexión. No se debe utilizar a los muertos para conseguir los votos de los vivos. Y hasta ahí hemos llegado. Se está viendo con la catástrofe de Valencia, y también con la pandemia del Covid al cumplirse los cinco años. Al parecer, como en la aplicación sesgada de la memoria histórica los crímenes son sólo de un lado, ya han tomado carrerilla, y señalan muertos de la derecha por todas partes, incluso en los casos donde la responsabilidad política fue sólo una parte del problema.

NO es lo mismo ser feminista que vivir del feminismo. Es una diferencia que ya ha quedado clarísima en la política española. Sin embargo, como le suele pasar a la izquierda marxista, tardan más de un siglo en entender que su concepto del mundo ha quedado desfasado. Ya no estamos en los tiempos de Marx y la revolución industrial, sino en el trumpismo artificial. Y tampoco estamos en los tiempos de Simone de Beauvoir. Ahora, en España, las lideresas del feminismo quieren ser Yolanda Díaz, Irene Montero e Ione Belarra. Ninguna de las tres sería capaz de escribir El segundo sexo.

LA guerra de Ucrania no la puede ganar Europa sin el apoyo de EEUU. Donald Trump se comporta como un chufla, pero es el presidente de los norteamericanos. En estos momentos, la única opción coherente sería negociar una paz justa y lo más duradera posible. ¡Ojo! Justa para Ucrania y duradera. Pasa por no regalar las tierras conquistadas a Putin, que fue quien empezó esa guerra. La situación es la que es. Y Europa debe presentar un plan de paz, y no limitarse a aportar más dinero para seguir la guerra. Trump ya ha dejado claro que quiere aprovecharse de Zelenski y no lo considera un aliado. China tampoco tiene a Zelenski entre sus amigos. Y es probable que Zelenski no gane unas elecciones en Ucrania, en el caso de que algún día las convoquen.

LAS elecciones en Alemania son importantes para España y no se le está prestando la atención que se merecen. Se están enfocando sólo para alertar del auge de la extrema derecha de Alternativa para Alemania, siguiendo las directrices sanchistas para asustar al público. Y es verdad que la subida de los ultras de la AfD, si se cumplen las encuestas, es una mala noticia, pero no van a gobernar, salvo descomunal sorpresa. El partido más votado probablemente será la CDU, con lo cual la Democracia Cristiana volvería al poder y saldría malparado el SPD, al que Scholz puede llevar a una importante crisis.

HAY un nuevo orden internacional. O quizá sea un desorden. Todavía no se sabe lo que es. Tampoco se sabe quiénes son los amigos, que ahora están cambiando de un día para otro. Sin embargo, está clarísimo que la Unión Europea se está quedando fuera de ese juego, no sólo con Ucrania. Y que España se puede quedar incluso aislada dentro de la UE. Esto sería como el episodio del conde Lucanor, con el rico arruinado que sólo comía altramuces y el mendigo que se comía las cáscaras que tiraba. España se va a comer las cáscaras, o puede que ni eso. Se ha colocado en el sitio equivocado.