LA confrontación entre dos bloques irreconciliables ya excede los límites del sentido común. No es sólo el espectáculo circense derivado de la amnistía. Ya contamina hasta las cuestiones más necesarias para los ciudadanos. Esta semana hemos visto un nuevo ejemplo, con las medidas contra la sequía en Andalucía que anunció Juanma Moreno. Me pareció vergonzosa la actitud de la oposición. PSOE, Vox, Por Andalucía (o sea, Sumar) y Adelante recurrieron a la demagogia por costumbre, en vez de intentar buscar acuerdos y proponer alternativas serias para un problema que van a sufrir los andaluces, sean de derechas o de izquierdas.
NO es fácil entender a Junts, ya que no se entienden ni ellos mismos. Como partido se constituyó en 2020, aunque había sido registrado en 2018. Tienen continuas broncas internas. Muchos proceden de la antigua Convergencia de Jordi Pujol, que antaño estaba coaligada con Unió Democrática de Duran i Lleida. Ambos partidos se extinguieron por corrupción. Si Pedro Sánchez no los hubiera resucitado, ahora Junts estaría al borde de la extinción, y con Puigdemont asediado para la retirada política, ya que obtuvieron unos pésimos resultados el 23-J. No ganaron en ninguna provincia catalana y en Barcelona fueron quintos, tras PSC, Sumar, PP y ERC (por este orden).
EL nacionalismo de derechas catalán ha tenido tres líderes desde la Transición hasta nuestros días. El primero fue Jordi Pujol, el más práctico, que pactó con el PSOE de Felipe González y con el PP de José María Aznar, y que avanzó en el autogobierno hasta que se descubrió el pastel de los negocios turbios. El segundo fue Artur Mas, el más preparado, que pidió un concierto económico como el de los vascos, y cuando se lo negaron abrió el camino al procés independentista. Y el tercero es Carles Puigdemont, el más truhán, que fabricó la independencia artificial y después emprendió una fuga hacia adelante, en la que ya sólo le importa volver. Después de Puigdemont, el nacionalismo burgués catalán no tiene a ningún líder solvente. Y ahí les duele.
AL terminar el año 2023, nuestras esperanzas se vuelcan hacia el 2024. Un año bisiesto, que no gusta a los supersticiosos. Año con Juegos Olímpicos en París. Año con elecciones en Europa, Galicia, el País Vasco, probablemente Cataluña, y quién sabe si en España. Según los chinos, será el Año del Dragón, si bien ese año draconiano no empieza esta noche, sino el 10 de febrero, cuatro días antes del Miércoles de Ceniza. El mundo está enloquecido. Por eso, la gente pregunta a los adivinos si este Año del Dragón saldrá divino, o será una mierda, como le dijo un padre a su hijo descarriado.
BELÉN es el origen de la civilización del amor, que se encarnó con el nacimiento de Jesús. Es el Hijo de Dios para los cristianos. Pero también el personaje más importante de la historia para quienes no lo son. Porque predicó la civilización del amor y ofreció las reglas para que los hombres vivan en paz. Todos somos hermanos. Todos somos hijos de Dios. El otro no es tu enemigo. Hay que perdonar al prójimo... Entre las tres grandes religiones monoteístas, el cristianismo es la única que no considera enemigos a los otros. Los judíos se proclaman el pueblo elegido. Los islamistas también. Están en contra de quienes no son como ellos. El cristianismo puso fin al elegido geográfico, extendió el mensaje de salvación a los gentiles, que eran los no escogidos por Dios.