ALGUNOS creen que el sanchismo va con faldas y a lo loco. Y creen que Pedro Sánchez sólo resistirá hasta donde pueda, dando palos de ciego. Sin embargo, el presidente del Gobierno tiene una estrategia para seguirlo siendo. Pasa por resistir hasta 2026, y ayudar a que en los próximos meses las encuestas disparen a Vox como el partido que capitaliza el descontento. La última encuesta del CIS (que sube al partido de Abascal hasta el entorno del 20% de los votos y pinta a un PP en descenso) va en esa línea tan evidente. El miedo a la ultraderecha y el voto catalán son los únicos recursos que le quedan al sanchismo, tras decepcionar a las mujeres.

¿Y por qué aguantar hasta 2026? Por el juicio del caso Kitchen, que está previsto para mayo y junio de 2026. Afecta a las cloacas del Estado, en los tiempos de Rajoy como presidente del Gobierno. Las responsabilidades políticas del PP en ese caso (y en el de Bárcenas) ya fueron pagadas. Es la excusa que aportó el PNV para apoyar a Pedro Sánchez en su moción de censura en 2018. Han pasado desde entonces siete años, en los que la corrupción presunta ha crecido y cambiado de bando, y se posa sobre el entramado de un Gobierno formado por el PSOE y Sumar. Los socios han pasado de indignados a cómplices.

Pedro Sánchez espera que ese caso Kitchen le vuelva a estallar al PP y minimice los efectos electorales sobre la trama del PSOE. Algunos expertos sostienen que podría aumentar el trasvase de votos del PP hacia Vox. Y eso es lo que está buscando el sanchismo: el éxito de Vox. Podrían agitar el miedo a la ultraderecha, si las encuestas le dieran al partido de Abascal por encima de los 60/70 diputados (o, en una hipótesis más improbable, que adelantase al PP), y así podrían movilizar a ese electorado socialista que se ha desmoralizado por la corrupción. Además, presentarían a Vox como la marioneta de Trump para guiar a España hacia la ultraderecha. Y eso no lo pueden consentir ellos, que son la reserva progresista de Occidente.

Cuando se dice que el PSOE beneficia a Vox, la gente se ríe. Sin embargo, es la estrategia que manejan. A las pruebas me remito. No hace falta saber tanto de política como Maquiavelo para entenderlo. También se está viendo que algunos del PP juegan a la parábola de las vírgenes necias. Y, cuando llegue la hora, se pueden llevar un disgusto. Todavía nadie ha ganado unas elecciones por los prostíbulos de un suegro.

José Joaquín León