LAS elecciones europeas tienen mala fama en este país. Hasta ahora, en dichas elecciones, se ha votado poco y mal. Poco, porque la abstención es la más alta de todas las convocatorias. Las de 2019 tuvieron una participación del 60,40%, gracias a que coincidieron con las municipales y las autonómicas en 12 comunidades. Y se vota mal, porque un sector del pueblo suele dar rienda suelta a las bajas pasiones y vota lo más friki. Como si el Parlamento Europeo fuera una institución para el cachondeo. En las últimas, le ganó el PSOE al PP por 21 a 13. Fue una paliza, ya que se vota por circunscripción única.¿Y hoy qué pasará? El resultado será más o menos significativo según la participación. Con menos del 60% no sería extrapolable. Pero puede condicionar el futuro político en Cataluña y en toda España.

UNA vez más se ha visto que Santiago Abascal es el mejor aliado de Pedro Sánchez. Cuando el PSOE más lo necesita, el líder de Vox aparece en su ayuda. Esta vez ha sido apoteósico. El día después de hacerse Pedro Sánchez la foto con Zelenski, y decir que le iban a dar armas por valor de mil millones a Ucrania, la ultraizquierda de Sumar y Podemos estaba indignada. “Este Gobierno no puede hacer eso”, decía Yolanda Díaz, omitiendo que ella es la vicepresidenta. Y entonces salió Abascal, y se fue a Israel a hacerse la foto con Netanyahu, el personaje más odiado por los españoles.

LA gente tiene mala memoria histórica y ya no se acuerda, pero dijeron que el futuro de Pedro Sánchez podría estar al frente de la OTAN. No lo quiera Dios, pues nos llevaría de cabeza a la Tercera Guerra Mundial. Después de hacer todo lo posible porque Israel y Argentina nos declaren la guerra, en el campeonato para ver quién es más chulo, ahora le ha tocado a Giorgia Meloni. Entre los enemigos de la Patria sanchista, podemos incluir ya a Italia. Ha acusado a Feijóo de estar dispuesto a pactar con Meloni, que forma parte de la temible ultraderecha. Resultó que el primero que lo dijo no fue Feijóo, sino Ursula von der Leyen, que lo sugirió en el debate de candidatos europeos, retransmitido por Eurovisión, en el que no había ningún español, como es lógico y normal.

EN este país la gente se fija en el bulto, pero no entra en los detalles. Después de las elecciones catalanas del 12 de mayo, todo el mundo político en general intenta averiguar si el próximo presidente será Salvador Illa (el más votado), o Carles Puigdemont (el más perverso en maniobras), una polémica que recuerda lo ocurrido el 23-J. Pero se han olvidado de estudiar con detalle las diferencias en menos de un año. Pues no es lo mismo comparar los resultados de Cataluña con las elecciones autonómicas de 2021 que con las generales de 2023. Se han visto curiosidades que conviene resaltar.

PARA entender un poco la realidad de Cataluña, que en el resto de España está tergiversada, nos ayudan las cuentas electorales. Es decir, la evolución de los resultados en las últimas elecciones. Entre el referéndum ilegal que montó Puigdemont el 1 de octubre de 2017 y la convocatoria de hoy, los catalanes han pasado dos veces por las urnas para votar en autonómicas: el 21 de diciembre de 2017 y el 14 de febrero de 2021. En ambas ocasiones, los resultados de Junts fueron parecidos (34 y 32 escaños) y los de ERC también (32 y 33 escaños). Con lo cual se ve que el independentismo sigue como estaba, y no crece, y tampoco subirá hoy, probablemente. Pero hay un caso acongojante: Ciudadanos consiguió 36 escaños en 2017, que se redujeron a 6 en 2021. Y hoy se quedarán fuera del Parlamento de Cataluña, excepto que ocurra un milagro.