ANTES a los niños les gustaba hacerse fotos con sus ídolos. Así Iván tenía una con Leo Messi, o Jonathan con Cristiano Ronaldo. Aún antes, Pepito y Paquito se las hacían con Di Stéfano o Kubala. Cada tiempo tiene sus ídolos. Y ahora vamos a peor: han puesto de moda las fotos con Puigdemont. Preferiblemente, en Waterloo o en Bruselas. Entre los últimos que se las hicieron, está Salvador Illa, presidente de la Generalitat, que además es correveidile de don Pedro; y también se la hizo el abad de Montserrat, mosén Manel Gasch, que pasaba por allí y aprovechó la ocasión.
PARA la mayoría de los españoles, Gibraltar no es un problema. Gibraltar sólo interesa en su entorno comarcal. Es un anacronismo en el siglo XXI. Tiene una selección de fútbol al nivel de San Marino y las Islas Feroe, para ser goleada cuando juega. Y la gente corriente sabe que allí hay una Verja y un chollo fiscal. Por no citar a sus simpáticos monitos que roban mochilas. Sin embargo, el acuerdo alcanzado por los representantes de España, Reino Unido, la UE y Gibraltar ha sido calificado como histórico. Muy bueno debe ser, porque cada una de las partes lo ha interpretado a su antojo. Hay dos cuestiones que llaman la atención: pronto desaparecerá la Verja de los atascos y Andalucía no ha pintado nada en ese acuerdo.
SEGÚN se ha publicado, un 85% de los jóvenes españoles menores de 30 años todavía viven en el hogar familiar. Los 30 años es una edad simbólica. Según el escritor francés Frédéric Beigbeder, esa es “la edad espuria en la que uno es demasiado viejo para ser joven y demasiado joven para ser viejo”. Esto lo escribió en su novela El amor dura tres años, que publicó en 1997, tras divorciarse, a sus 32 años. Sería interesante saber de ese 85% de jóvenes españoles que no se han mudado a un piso propio, cuantos tienen empleo o están parados y cuantos han viajado por cuenta propia este verano.
DESDE tiempos lejanos, España tiene un complejo de inferioridad internacional. ¡Alto ahí! ¿Eso también viene de los tiempos de Franco? Pues no, existió con el innombrable, que se quedó aislado tras la II Guerra Mundial, hasta que se echó en brazos de los yanquis en los años 50, pero venía de antes. Incluso desde antes de la guerra civil y de la Segunda República. Posiblemente, viene de finales del XIX, cuando dejamos de ser un imperio. Una parte de esa tristeza está en los libros de Ángel Ganivet y la generación del 98. Y ahora nadie sabe lo que queremos. Cada uno quiere lo suyo y que tú no tengas lo tuyo.
RESULTAN muy curiosas las diferencias entre las reacciones al incendio de la catedral de Notre Dame de París y el ocurrido el 8 de agosto en la Mezquita-Catedral de Córdoba. Por supuesto, no se pueden comparar en magnitud, ya que Notre Dame necesitó de una restauración profunda, compleja y costosa, mientras que el templo cordobés sufrió daños, aunque no llegaron a mayores, gracias a la rápida y heroica intervención de los bomberos. Pero la comparación es conveniente, porque ya en las primeras horas algunos buscaron similitudes. Y en las horas posteriores se confirmó que en cutrerío político y en populismo demagógico, España le puede ganar a Francia por goleada.