ANTES a los niños les gustaba hacerse fotos con sus ídolos. Así Iván tenía una con Leo Messi, o Jonathan con Cristiano Ronaldo. Aún antes, Pepito y Paquito se las hacían con Di Stéfano o Kubala. Cada tiempo tiene sus ídolos. Y ahora vamos a peor: han puesto de moda las fotos con Puigdemont. Preferiblemente, en Waterloo o en Bruselas. Entre los últimos que se las hicieron, está Salvador Illa, presidente de la Generalitat, que además es correveidile de don Pedro; y también se la hizo el abad de Montserrat, mosén Manel Gasch, que pasaba por allí y aprovechó la ocasión.

Al hacerse la foto con Puigdemont, lo importante es el retrato. Lo demás no importa. Por ejemplo, no se sabe de lo que hablaron Puigdemont e Illa. Y al abad de Montserrat lo tenía enfilado. Puigdemont estaba celoso y receloso, porque había recibido al rey Felipe VI en la basílica de la Moreneta catalana. Y el abad no sólo se hizo una foto con el fugado, sino también con dos vicepresidentes del Parlamento europeo, el socialista Javi López y el popular Esteban González Pons. Este abad le pone velas de todos los colores a la Moreneta, y no parece tan separatista como el de antes.

Una foto con Puigdemont es un trofeo visual, o una reliquia. Es mejor que la de Feijóo con el narco, que se la publican en la prensa adicta del sanchismo dos o tres veces todos los meses, y más cuando hay campaña electoral por medio. Con Puigdemont ya se han fotografiado altas eminencias de este país. El que más se fotografiaba era Santos Cerdán, hasta que lo enviaron a la cárcel. No por fotografiarse con Puigdemont, sino por otros negocios de presumible mangancia. Con Puigdemont se fotografió Yolanda Díaz, que parecía la vicepresidenta de su club de fans. Yolanda resulta fotogénica, y una vez al año se fotografiaba con el papa Francisco, supongo que iba para confesarse.

Otros políticos españoles, y especialmente los catalanes, se han fotografiado con el ilustre fugado. Pero una gran foto está por llegar. Dicen las malas lenguas que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está dispuesto a fotografiarse con Puigdemont, si le garantiza el voto positivo para los Presupuestos Generales del Estado. De ese Estado del que se exilió, según dice uno, y que le ha amnistiado, según dice el otro.

Aunque la mejor foto para la colección, la definitiva, sería la de Puigdemont con Feijóo. Con esa ya se podría terminar el álbum. Y la legislatura.

José Joaquín León