EL Cádiz sufrió una derrota dolorosa ante el Alcorcón, que se gestó en un primer tiempo de errores e infortunio en que todo salió mal. Le bastó al Alcorcón jugar con orden y enviar balones largos para dejar en evidencia a la defensa del Cádiz, con la habilidad de Jonathan Pereira y dos chispazos de Juan Muñoz. Esta temporada el Cádiz mueve mejor el balón, y se despliega con más aseo, pero no tiene peligro en el ataque; y atrás sufre porque no existe contundencia ni solidez. Es una plantilla descompensada, que puede sufrir mucho si el entrenador no lo remedia ya.

Volvía el Cádiz a Carranza y se le empezó a torcer el partido desde la primera jugada. Dani Romera, que era el ariete titular, se lastimó al caer en mala postura. En los primeros minutos, todavía con Romera, el Cádiz era mejor, dominaba y pudo marcar en un remate al que respondió Dani Jiménez con un paradón. El delantero intentó seguir, pero duró poco más de 10 minutos.  Carrillo lo relevó y se malgastó un cambio.

Hubo tres acciones decisivas que salieron mal: la lesión, el paradón y después un gol anulado a Carrillo, tras centro de Salvi, por un fuera de juego tan al límite que no existió. Probablemente, con VAR, hubieran concedido gol. Ese error del árbitro López Toca, inducido por el auxiliar, fue nefasto. Suponía el 1-0, no se olvide.

Para la derrota también fue determinante el final del primer tiempo. Bastó la picardía de Jonathan Pereira y el acierto de Juan Muñoz, para que este delantero (de pasado sevillista, por cierto) se mostrara a su mejor nivel y marcara dos goles como dos soles. En ambos casos con la complicidad involuntaria de Kecojevic, que en el primero estuvo lento para cortar y en el segundo lo dejó solo. Pero el problema no es de este central o del otro, Marcos Mauro, sino que hay más fragilidad, menos contundencia. Y también se nota que el trabajo de Edu Ramos y Álex se empaña cuando la línea de pivotes es superada.

Dos goles en las dos únicas jugadas de peligro, hicieron que el Cádiz se fuera al descanso con un 0-2 que pesó demasiado. En la segunda parte (con la inercia del viento de levante no tan fuerte como otras veces), el equipo dominó. Había entrado José Mari por Perea y después entró Aketxe por Edu Ramos. El Cádiz lo intentaba de todas las maneras y no conseguía marcar de ninguna.

Fue una segunda parte de impotencia. Salvi aparecía por su banda, con el peso de esa baja forma que ya le ha reconocido hasta su entrenador, que espera recuperarlo con minutos. Salvi unas veces centraba sin tino, pero otras puso balones que un buen delantero podría rematar. El problema es que a Carrillo hay que dárselos muy claros. Por la otra banda, Manu Vallejo buscaba una jugada tras otra, con ganas y fe, pero no se culminaba ninguna. Le bastó al Alcorcón una defensa ordenada para que los minutos pasaran y se consumara una derrota tan inesperada como dolorosa.

Las carencias del Cádiz son muy evidentes. Las hemos visto todos y se apreciaron en la pretemporada. No sé de quién fue la culpa, ni si han influido los enfrentamientos entre Vizcaíno y Pina. Pero este equipo lo puede pasar mal.

José Joaquín León