SIGUE la mala racha del Cádiz frente a equipos de la zona baja. Ante Elche, Lugo y Córdoba sólo ha sido capaz de sumar dos puntos, cuando era una oportunidad para obtener tres victorias y pelear de verdad por el ascenso. Parece que no les interesa. Así están en el camino de repetir el desinflado final de la temporada pasada, cuando no se clasificaron para los partidos decisivos. Es verdad que ayer tuvieron algunos factores adversos en contra, como las ausencias y el mal arbitraje, pero fueron incapaces de aprovechar el regalito de un gol en propia meta, ante un Córdoba al borde del desahucio.

El partido empezaba con tres condicionantes. Uno, el viento de levante, que sopla con gran frecuencia en esta ciudad, pero el Cádiz no sabe jugar, ni cuando ataca a favor ni cuando defiende en contra, y no aprenden. Otro, las ausencias, por eso que ahora llaman el virus FIFA, que dejó al equipo sin sus dos mejores delanteros, Machís y Manu Vallejo, mientras los equipos de Primera tenían jornada de descanso. Y tres, los caprichos del entrenador, que ayer no contó con Aketxe (supongo que descontento por su rendimiento) ni con Álex hasta entrada la segunda parte, en un partido en el que debían buscar lanzamientos y opciones de disparo con viento.

Optó por Lekic y Querol en punta, que en la primera parte se estorbaron entre ellos. El Córdoba le regaló el balón al Cádiz, conscientes de que no lo sabe manejar. En una jugada, Lekic no acertó a romper su mala racha anotadora. Pero al filo del descanso llegó la mejor oportunidad: un disparo de Edu Ramos, que fue frenado con la mano por Luis Muñoz en la trayectoria del balón hacia portería.

Para eso, en Primera, está el VAR. En esa jugada se planteó el otro factor adverso, que fue el arbitraje de Pérez Pallás. Se tragó ese penalti, pero además administró las faltas con el rigor del anticasero. El auxiliar de Preferencia, en la segunda parte, era difícil que levantara la bandera. Por ejemplo, en la jugada del empate del Córdoba, que en Primera se hubiera merecido un par de minutitos en el VAR para trazar la línea.

Antes de que empatara el Córdoba, había marcado el equipo califal (esto queda de lo más histórico) en su portería. Fue en un córner que ya había estado a punto de ser gol en propia puerta. El regalo continuó, cuando Quintanilla, en su intento de despejar, la desvió hacia dentro, en vez de hacia fuera. El centro venía de Álex, que se la puso a Kecojevic para empujarla, pero la remacharon ellos.

En el gol del empate, antes de que cabeceara a placer Piovaccari, hubo una buena jugada de Andrés, facilitada por la desubicación de Espino, por el error garrafal de Marcos Mauro al corte y por la mala salida del portero. Menos mal que el Cádiz sabía defender. En esa jugada fallaron tres. Y poco después, casi se pierde el partido en un disparo al palo de Bodiguer.

Claro que al final se pudo ganar. Jugaba entonces la dupla de Rennella y Jovanovic, que  estuvo espesa. Pero Jairo, en dos contras, puso dos balones de gol a Rennella, que los desperdició con un disparo al bulto y un cabezazo fuera. Evidentemente, no es el delantero goleador que hacía falta. ¡Ay! El pinchazo final fue doloroso.

José Joaquín León