EN la última jugada del partido perdió el Cádiz, con un penalti que el árbitro Pulido Santana pitó casi antes de que cayera el jugador del Getafe. Así como en otras ocasiones el Cádiz ha obtenido puntos sin méritos relevantes, ayer se mostró superior al Getafe en muchos tramos del partido. Le faltó la intensidad de otras veces. Defendieron mal las tres jugadas que acabaron en gol. Se sobrepuso dos veces. Y cuando el 2-2 era el merecido fruto de ese esfuerzo, en la última jugada del partido, con el tiempo al límite, llegó el penalti que destrozó todo.

Repitió Álvaro Cervera el mismo equipo que jugó la semana pasada. No dio entrada desde el comienzo a ninguno de los tres refuerzos, de los cuales salieron dos en la segunda parte (Imaz y Aketxe). Ya han debutado los tres y han dado la sensación de que pueden colaborar para mejorar el equipo. Sobre todo teniendo en cuenta que Rubén Cruz es un mediapunta de circunstancias.

El Getafe conocía bien al Cádiz y salió dispuesto a aprovechar errores. Bordalás planteó el partido a la contra. Su principal argumento era aprovechar el peligro de Jorge Molina, que pronto convirtió en gol un error de Sankaré al sufrir un resbalón. El central senegalés reaccionó y empató el partido en un excelente cabezazo, al rematar un córner.

El Cádiz ponía nerviosos a los locales cada vez que Salvi yAlvarito entraban por las bandas, con el lastimoso desenlace de que el el centro siempre iba a un jugador del Getafe. Para colmo, el segundo gol del Getafe llegó en un error impropio de un equipo intenso. Emiliano Buendía (que tiene nombre de personaje de García Márquez) marcó un golazo, sí, con un disparo al estilo de Aitor, aunque previamente Salvi y José Mari fueron incapaces de despejar y le permitieron chutar.

La lesión de José Mari obligó a la entrada de Eddy, que no desentonó. Mejoró y achuchó el Cádiz  con las entradas de Imaz por Rubén Cruz y de Aketxe por Salvi, que había fallado un gol claro, Aketxe empató el partido, al lanzar espectacularmente una falta, que en realidad fue un penalti que se tragó el árbitro, porque la mano de Cata estaba dentro del área. Este Cádiz no se rendía.

Así hubiera terminado el partido, con ese 2-2 que era incluso injusto, porque el Cádiz había sido mejor. En el centro del campo Abdullah fue el amo cuando quiso. A la contra, había peligro. Sólo faltaba culminar para ganar. Ortuño marcó un gol, que pudo suponer el 2-3. Se lo anuló el árbitro por fuera de juego señalado por el auxiliar. En caso de duda, siempre en contra. Ante un Getafe que esta semana se había quejado de los arbitrajes.

No se podrán quejar de la última jugada del partido. Gorosito, sin posibilidad de llegar al balón, buscó el tropiezo con Alberto Cifuentes. Ahí se equivocó el portero cadista. No había necesidad de salir así, cuando lo más seguro era que pitara lo que pitó. El árbitro no lo dudó, por supuesto.

Triste derrota, aunque la imagen del Cádiz fue muy buena, de las mejores de la temporada. Se puede pelear por estar arriba, con permiso de la autoridad y si los errores atrás no lo impiden.

José Joaquín León