VICTORIA en el último suspiro que supo a domingo de gloria. Ante el Numancia consiguió el Cádiz tres puntos que necesitaba para seguir en la pelea. Albacete, Granada, Málaga y Mallorca también ganaron. Parecía que el Cádiz volvería a pinchar en casa cuando apareció Machís con un remate salvador. El venezolano es un jugador de Primera, que remarca las diferencias en Segunda. Por eso, hay que dejarle libertad en el juego para que sea el referente. El Cádiz se complicó un partido favorable que debió sentenciar en el primer tiempo. Para pelear por el ascenso hay que ser resolutivos.

Salió el Cádiz con el que se puede considerar su actual once de gala. No estaba Álex, pero sí Garrido junto a José Mari para un doble pivote de más amarre. Atrás volvía Sergio Sánchez, que entró por el canterano Sergio González, al que recurrió el entrenador en Las Palmas. También era destacable que le daba una oportunidad a Aketxe dejándolo escorado a la derecha, para que Machís estuviera de mediapunta sin hartarse de correr la banda arriba y abajo.

Los primeros minutos fueron de total control amarillo, saldados con un gol. Llegó tras un saque de esquina lanzado por Aketxe, que despejó mal el portero y cazó Jairo. Fue un gol tranquilizador, pero no lo supieron capitalizar. Fieles al cerverismo, el Cádiz se preocupó principalmente de no encajar. Controlaban el partido, sin dar opciones atrás.

Quizá faltó una buena lectura para sentenciar en esos minutos. El Numancia no creaba peligro ante Alberto Cifuentes, pero los intentos amarillos carecieron de puntería. Un pase de la muerte que dio Rober Correa no pudo ser alcanzado por Machís. A veces parece que este Cádiz no sabe rematar a los rivales cundo pasan por sus peores momentos.

Otro defecto de esta temporada es conceder goles a equipos que no han creado ocasiones hasta entonces. Es lo que sucedió con el empate del Numancia, en un desajuste atrás. Para colmo llegó al principio del segundo tiempo. Se vio a partir de entonces otro Cádiz, más temeroso. A pesar de las entradas de Álex y de Rennella seguían sin crear verdadero peligro. Hasta que en los últimos minutos apareció Machís, que decidió echarse el equipo a sus espaldas e intentarlo por su cuenta y riesgo.

También pudo influir la expulsión de Unai Medina por doble tarjeta amarilla. Esta vez tocó un árbitro, Moreno Aragón, que no jugó a anticasero, sino que expulsó a uno cuando correspondía y concedio algo más de los tres minutitos de descuento. Al verse con uno menos, el Numancia dio el pasito atrás para mantener el empate y el Cádiz vio facilitado su dominio.

Así llegó la última jugada de Machís, al filo del pitido final, con la que le dio tres puntos de oro al Cádiz. Más que merecida, la victoria era necesaria. Otro tropiezo en Carranza hubiera decepcionado. Porque parecería que el equipo volvía a la senda negativa.

Hace falta moral y acierto para lo que viene por delante en las últimas jornadas, en la que hay cinco duelos directos con rivales que pelean también por la fase de ascenso. Tener a Machís es una ventaja, pero hay que corregir errores para no estropear partidos.

José Joaquín León