OTRA vez se le escaparon dos puntos al Cádiz por no sentenciar a tiempo. Siempre no va a sonar la flauta al final. Este equipo debe entender que partidos como el de ayer con el Rayo Majadahonda, que se ponen de cara, con todo a favor, hay que ganarlos a tiempo. No se puede permitir que el rival se recupere cuando está perfecto para ser liquidado. En una segunda parte de desajustes tácticos, el empate fue un mal menor, porque pudieron ganar en un par de jugadas aisladas, pero estuvieron más cerca de la derrota.

El partido había empezado muy bien para el Cádiz, que era claro dominador y controlaba. En menos de 10 minutos, Rennella, que jugaba como titular, había fallado un gol al cruzar demasiado el balón; pero marcó casi a continuación, tras una internada de Machís, que se la puso perfecta.

El terreno de juego estaba rápido, y eso beneficiaba al Cádiz, que controlaba atrás e intentaba aprovechar las contras. Con el 0-1, tenían el partido para ponerse con 0-2 y abrir una brecha sustancial. Pero el Cádiz empezó a conformarse con no pasar apuros.

También hubo otro matiz influyente: el árbitro Ocón Arraiz. Estuvo casero, y permitió a los locales que empezaran a soltar la pierna. En el minuto 17 hubo una dura entrada a Machís, al que seguidamente pisaron la espalda cuando estaba el suelo, sin que ni siquiera pitara la peligrosa falta. A Verdés  le enseñó la amarilla por una entrada alevosa a Matos, que pudo merecer la expulsión. Señalaba las faltas con diferente criterio. Aunque los errores del resultado no se le pueden achacar a él.

Después del primer tiempo, que fue un plácido domingo, el Cádiz dio varios pasos atrás. Se encerró. El plan consistía en buscar balones largos con las patadas a seguir. En una de ellas, casi lo consigue Jairo. Pero la situación del Cádiz encerrado (a lo que contribuyó la salida de Rennella para que entrara Álex y jugar sin delantero centro específico) era muy peligrosa.

Llegó el empate porque el Rayo estaba cargando el juego por la banda de Matos, que mantenía un duelo con Aitor Ruibal y con Carcelén y algunos más. Álvaro Cervera se enfadó con Matos por la jugada del gol, en la que el lateral no frenó la internada de Ruibal que rubricó Manu del Moral, solo, en las mismas narices del portero. Pero también se podría haber enfadado consigo mismo, ya que Matos no tenía apoyos cuando le llegaban dos o tres rivales.

Tras el empate fue milagroso que el Cádiz no perdiera. Los locales siguieron atacando y desperdiciaron dos jugadas de gol muy claras. El Rayo Majadahonda manejaba el balón mucho mejor. Los amarillos, ya con Lekic , sólo se despertaron al final, cuando se encomendaron a Machís, para ver si otra vez sonaba la flauta. Sin embargo, la mejor ocasión la tuvo Róber Correa, cuando se quedó solo ante Basilio, que le sacó el balón, facilitado porque el lateral había disparado al muñeco.

El Cádiz pierde un puesto. Pero sobre todo pierde una oportunidad de afianzarse arriba y acercarse al segundo puesto. Es triste, porque el equipo sigue dando la impresión de ser víctima de su conformismo, de la falta de ambición para liquidar a los rivales.

José Joaquín León