FALTAN tres semanas para que comience la Liga. Se habla mucho de los refuerzos, pero menos de los que se van, en general sin pena ni gloria. En modo figuras, apenas han salido Machís y Manu Vallejo. A Rober Correa, aunque haya fichado por el Eibar, que está en Primera, se le ve como un lateral sustituible. También se ha ido Ager Aketxe, por el que el Cádiz no ha mostrado suficiente aprecio, quizá porque venía Jurado y porque Álex Fernández podría jugar de mediapunta, si no cuaja la oferta maravillosa de todos los veranos que se queda en nada. Los demás se fueron porque no interesaban.

En los últimos años, en el Cádiz no han triunfado futbolistas que después han funcionado mejor en otros clubes. Juan Villar fue uno de los máximos goleadores con Osasuna y jugará en Primera. En el Cádiz fue discutido, incluso cuando marcaba más goles en Segunda B. Pudo volver, pero no lo quisieron recuperar, y pasó por el Valladolid, Tenerife y Osasuna. Mientras aquí fichaban a delanteros que rindieron a bajo nivel.

Otro caso curioso es el de Eugeni, que la temporada pasada fue uno de los indiscutibles del Albacete. En el Cádiz era suplente. No convenció a Álvaro Cervera, que lo utilizaba poco y mal. Con los jugadores creativos o artísticos abundaron los problemas en las últimas temporadas. Perea, cuando fue cedido al Extremadura, rindió mejor que en el Cádiz. En ese equipo estaba Kike Márquez, futbolista de mucha mandanga, pero que ya ha demostrado en la Liga 1/2/3 la calidad que posee y que no pudo explotar en el Cádiz. Quizá porque necesita un trabajo psicológico personal, y porque no era un extremo para asfixiarse corriendo.

Con Aitor García, que ha terminado en el Sporting de Gijón, también hubo incomprensión. Otro futbolista de mandanga. Jugó un partido de ensueño, en la Copa, contra el Betis. Pero no aprovechó sus escasas oportunidades. En esa onda de amagar, sin explotar, está también Dani Romera, condicionado por las intermitencias.

Se ha ido Nico Hidalgo, que en Santander es considerado el mejor jugador de la segunda vuelta en la temporada pasada, cuando consiguieron el ascenso. Jugaba en Segunda B, eso sí. Aquí se lo tomaban a guasa, igual que a Eddy Silvestre, que en el Alcorcón pareció otro en la primera vuelta de la temporada pasada. Quizá no eran futbolistas para el Cádiz, pero tampoco recibieron el apoyo que otros paquetes sí han encontrado.

Las cesiones de Carmona y Matos se hacen desde el convencimiento de que son mejores de lo que aquí les suponen. Como venían del Sevilla, ya tenían la cruz y la raya desde que llegaron. Es la simpleza de un sector de aficionados, que se burla de algunos jugadores. Después se lamentarán si rinden mejor en otros clubes.

Pero cuando un futbolista se malogra no es por culpa de la afición, sino del propio jugador y/o del entrenador. También de quienes fichan sin criterio, o no valoran las necesidades reales. Está asumido que cuatro o cinco de cada 10 fichajes saldrán mal, y se considera normal. Eso no ocurre en una empresa, pero el fútbol es diferente. Fichar bien y aprovechar las plantillas es la base para que funcione un equipo.

José Joaquín León