CON más intensidad que brillantez, como en otros partidos, el Cádiz se reencontró con la victoria cuando más lo necesitaba. En Carranza consiguió el segundo objetivo de la temporada: disputar las eliminatorias de ascenso a Primera División. Tiene mérito, porque al principio no era esa la meta. Como se vio ante el Elche, entre los que pelean por arriba y por abajo no existen diferencias abrumadoras. Sin embargo, los refuerzos de invierno se plantearon para pelear al máximo. La aportación de Aketxe, en las jugadas a balón parado, ha sido determinante.

El Elche, a principio de temporada, se marcaba el objetivo que ayer consiguió el Cádiz: estar arriba con los mejores. Tras una pésima segunda vuelta, certificaron el descenso a Segunda B. Les ha pesado su fragilidad defensiva, que en este decisivo encuentro volvió a quedar de manifiesto. Tuvo mucha más posesión de balón que el Cádiz; si bien fue para nada, porque apenas creó peligro.

La primera parte resultó aburrida. Partido con miedo a perder por lo que había en juego. Apostó Álvaro Cervera por los mismos que empezaron en Sevilla. Dejó en el banquillo a Abdullah, y jugaron a dar pelotazos… en profundidad. Ni una jugada coherente se le vio al Cádiz, cuyos acercamientos fueron escasos, Los centros de Salvi y Álvaro iban mal dirigidos. Tampoco los del Elche se fiaban de ellos mismos. Necesitaban ganar y jugaban a no perder.

En el descanso, se quedó Ortuño en la caseta y entró Rubén Cruz. Pronto consiguió marcar el Cádiz, naturalmente a balón parado. Un saque de esquina que lanzó Aketxe, ¿quién si no?, y remató Aridane en colaboración con el ilicitano Pelegrín. Se ponía el Cádiz con ventaja. Necesitaba abrirse el Elche, y ya se sabía que la defensa es lo peor que tienen.

Una jugada muy bien llevada por Rubén Cruz (que justificó el cambio) fue perfectamente culminada por Salvi, que iba a ser relevado por Abdullah en esos momentos.  Se fue con su gol debajo del brazo. La entrada de Abdullah permitió al Cádiz jugar con más fluidez. Lo tenían todo a su favor para hacer lo mismo que el Real Madrid con la Juventus: no permitir que un equipo moribundo se levante. Pero, evidentemente, no es lo mismo. El Cádiz no acertó a remachar con un tercer gol. Aunque otro cabezazo de Aridane se estrelló en un poste.

Cuando ya estaba Santamaría en el terreno, para disputar los últimos cinco minutitos (que el entrenador administra con cuentagotas), llegó el canto del cisne del Elche. A raíz de un saque de esquina a favor del Cádiz, que se fue enredando hasta que el balón llegó a Guillermo para que marcara a placer en la otra portería.

Fue el único despiste de la tarde. Quedaban tres minutos de prolongación, que se vivieron sin sobresaltos. La victoria se había quedado reducida a la mínima expresión. Como si se quisiera recordar que en esta categoría los últimos no están tan lejos de los primeros, ni los primeros de los últimos. Pero el Cádiz está cuarto, con 64 puntos, que son suficientes para disputar la fase del ascenso a Primera. Pase lo que pase, esta ya es una muy buena temporada. Aunque todavía puede ser mejor.

José Joaquín León