PARA el Cádiz esta victoria ante el Huesca es muy importante, a fin de no alejarse de la zona media. Se consiguió con dificultades, como es habitual, con acierto puntual en los detalles. Otra vez Alberto Cifuentes fue determinante, porque paró un penalti con 0-0, y sacó una falta que entraba, evitando el empate. Pero también es cierto que, en los últimos minutos, el Cádiz dispuso de ocasiones muy claras para haber sentenciado sin necesidad de llegar a otro final agónico. La intensidad salvó al equipo. Pero esa intensidad se debe unir a un poco de serenidad, para no cometer errores y precipitaciones.

El partido estaba condicionado por la presencia del árbitro Ais Reig, que había destrozado al Cádiz en Miranda de Ebro. Se le veía nervioso y también  que es malo con fruición. En cuanto pudo, pitó un penalti por mano de Aridane que se lo pudo ahorrar, ya que el tropezón del balón fue inevitable. También se pudo ahorrar la tarjeta, ya que no había voluntariedad. Alberto Cifuentes aguantó bien, paro el penalti a Alexander y evitó la injusticia.

 El Cádiz no estaba jugando bien. En realidad, no estaba jugando, sino dando pelotazos marca de la casa. Se supone que la dupla de José Mari y Abdullah debería aportar un poco de control del juego. Abdullah apunta a futbolista de detallitos. Aitor como titular era la principal novedad que se sacó Álvaro de la chistera. Demostró Aitor que aporta más como revulsivo, quizá porque tampoco tuvo muchas ocasiones de brillar.

El Huesca fue amo y señor del juego en el primer tiempo. Llamó la atención su número 14, Samu Sáiz, que estaba en modo Iniesta, favorecido por la pasividad de sus vigilantes. En el Cádiz no hay ningún centrocampista talentoso desde hace varias temporadas.

En el minuto 52, se vio una jugada insólita. El lateral Luis Ruiz puso un centro perfecto, que Ortuño remató de magnífico cabezazo, marcando el único gol. Jugada merecedora de análisis: estamos habituados a que los centros del Cádiz vayan a la grada o al portero. Y se vio que Ortuño necesita balones que se puedan rematar, en vez de melonazos.

También se vio un cambio digno de meditación: el entrenador Álvaro Cervera dio una oportunidad al hermanito del Kun Agüero. Una temeridad, ya que Gastón del Castillo actualmente no está en forma, y mucho menos para ser el primer cambio. Desperdició varios contragolpes claros.

Si no sucedió una desgracia, es porque los otros cambios funcionaron. Dani Güiza volvió a demostrar que él pone intensidad, a la vez que serenidad y sapiencia futbolística, aunque no tenga las fuerzas de antaño. Pudo sentenciar el partido si hubiera tenido más colaboración en ataque.

Y también se ganó gracias a Garrido, que acabó con el dominio del Huesca. Puso la raya, y de ahí ya no se pasaba, porque él lo cortaba todo, con el auxilio de Aridane y Sankaré en los balones elevados. Fue raro que Garrido no entrara antes.

Tres puntos muy necesarios, si, y muy sufridos. Se podía haber sufrido menos, aunque siempre nos quedarán esos tres puntos.

José Joaquín León