SE acabó la racha. Cabe el recurso de decir que fue un viernes negro para el Cádiz. Es una lástima que no supieran interpretar el partido de ayer ante el Nástic de Tarragona, que los recibió como colista. Pero bastó un detalle de picardía de Uche para imponerse al Cádiz. Esta vez no se vio tanta intensidad tras el descanso, y fallaron los cambios. Para colmo, el gol llegó en un error garrafal de Aridane, que suele ser un muro atrás, pero que en esa jugada no despejó un balón en apariencia fácil.

Antes de eso, en una primera parte rara, el Cádiz se pudo ir con ventaja. El Nástic empezó inquietando, tras un centro de Valentín, que hacía estragos por la banda de Brian cada vez subía. Pero apareció el mejor Alberto Cifuentes para detener un balón de gol. Después el Cádiz se pareció al Cádiz de fuera. No se notaba la baja de Sankaré porque Migue estuvo muy seguro. En el centro del campo, Garrido y José Mari no pasaban demasiados agobios.

En esta primera parte se le escapó el partido al Cádiz. Es verdad que el Nástic reclamó un penalti, por manos de Aitor, cuya voluntariedad podría ser discutible. Pero también es cierto que la mejor ocasión fue para el Cádiz, sin que Salvi acertara a pasar bien, ni Ortuño a rematar a puerta con puntería, cuando recuperó el balón.

La defensa del Nástic era muy vulnerable por el centro. Sin embargo, Abdullah no asistía bien a Ortuño. Salvi estaba en plan de extremo rápido, aunque alocado en los centros. Mientras que Aitor corría la banda para apoyar a Brian y volvía a dejar la sensación de que funciona mucho mejor como revulsivo que como titular. Esto se ha confirmado varias veces.

Se esperaba que el Cádiz pudiera aprovechar los nervios del Nástic. Se esperaba no sólo el empate,  sino incluso ir a por la victoria. Hasta que llegó la jugada del fatídico minuto 64, en la que el Nástic tuvo la habilidad de pillar al Cádiz en un contragolpe. Una sorpresa, teniendo en cuenta que el equipo de Álvaro Cervera suele jugar muy protegido atrás. El veterano Uche estuvo hábil. Por el contrario, Aridane estuvo desconocido, y se comió el despeje por falta de contundencia, sin que tampoco pudiera cubrir Carpio, ni acertara a parar Alberto Cifuentes en esta ocasión. Fue un gol que se pudo evitar simplemente con que Aridane no se hubiera dormido.

A partir de ahí se acabó el partido. A pesar de que faltaba media hora (con el alargue), el Cádiz fue incapaz de crear ninguna jugada de peligro. Nico Hidalgo fue el único cambio que aportó al menos velocidad, pero decepcionó otra vez Eddy Silvestre (que sigue acumulando papeletas para irse en el mercado de invierno), y Gorka Santamaría no supo aprovechar los pocos minutos de que dispuso. El viernes negro acabó con mucha más pena que gloria.

Quedó la sensación de que el Cádiz desperdiciaba una buena oportunidad. Lástima porque el Nástic puede ser un rival directo, al que le dieron tres puntos de oxígeno. Este Cádiz juega como juega, y se viene abajo con un solo despiste. Significa que hay que mirar hacia atrás, sacar las cuentas con el descenso. Porque para mirar a los puestos de arriba hacen falta otros argumentos.

José Joaquín León