LA racha del Cádiz continúa. Ante el Albacete se olvidaron de las alegrías del Betis. Volvieron los argumentos más habituales, con la intensidad por bandera. Otro gol a balón parado, con cabezazo de Kecojevic, puso en ventaja, poco antes del descanso. Se encerraron demasiado en la segunda parte, con un guión que es poco vistoso y sufrido para los espectadores, pero que ya había funcionado ante el Reus y el Valladolid en Carranza. Sale bien todo. Incluso el colofón de la guinda del pastel, con el 2-0 en la última jugada del partido.

La heroica delantera que marcó cuatro goles al Betis en 45 minutos se quedó, de salida, a ver este partido en el banquillo. Álvaro Cervera confía en el equipo de fajadores que no hacen concesiones. Repitieron como centrales Marcos Mauro y Kecojevic. Mientras Servando gana puntos para ser algo más que un lateral derecho de emergencia, incluso sube y centra mejor que otros compañeros. Bijker volvía ser titular en la izquierda. Seguridad atrás es la primera medida. Y eso pasa por Garrido y José Mari, que volvían. Álex, que jugó el partido completo el jueves, también lo disputó entero ayer, pero más adelantado. En el ataque, junto a Salvi y Alvarito, los puñales de las bandas, estaba Carrillo para lo que mejor hace, que es pelear.

Con otros argumentos, bien diferentes, y con el Albacete bien armado atrás, con cinco defensas, se perdió todo el encanto del correcalles de la Copa. Por el contrario, veíamos un partido trabado, opaco, que estaba en el camino de atragantarse al Cádiz. Hasta que funcionó el balón parado, a cinco minutos del descanso. Otra vez José Mari lo puso bien desde la esquina, para que Kecojevic marcara su segundo gol de cabeza en cuatro días. Así se conseguía ventaja, cuando no se esperaba.

Con el marcador de cara, le tocaba al Cádiz repetir el guión que le está dando puntos y seguidos. A defender, sin despistarse, y a verlas venir. Se esperaba alguna contra decisiva de Salvi o Alvarito, que lo intentaban, pero no salía. La compañía de Carrillo no es la más resultona para marcar en las contras. Su guerra es diferente.

Pasaban los minutos con lentitud. Dominaba el Albacete, en el que jugaban conocidos de antiguas batallas, como Erice y Susaeta. Un equipo con poca inquietud goleadora arriba, pero que estaba a un solo gol de empatar. Daba la sensación de que el Cádiz pasaba más apuros de los necesarios.

Y el guión de dejar pasar el tiempo no cambió con las incorporaciones de Dani Romera, Aitor y Abdullah para disputar los últimos minutos. Era cuestión de paciencia. Hubo un susto, cuando ya estábamos en la prolongación, en una falta boba cedida al Albacete.

Sin embargo, lo mejor estaba por llegar, y sucedió en la última jugada del partido, cuando Salvi arrancó con espacios, con la rapidez de una bala, y en un visto y no visto dejó a larga distancia a Susaeta, y dio el pase de la muerte para que Dani Romera (inédito hasta esta semana en eso de marcar goles) consiguiera el tercero en cuatro días, su primero en Liga.

Hay momentos en que los astros se conjuran a mayor gloria. Al Cádiz le funciona todo, en la mejor fase de la temporada.

José Joaquín León