AQUEL Cádiz que ganó en Gijón por 0-3, en el mejor partido de esta temporada, y que ilusionó a todos, se está alejando del ascenso por su incapacidad rematadora. Ayer encerró a ratos, en la segunda parte, a un rival que llegaba en una gran racha (aunque sin su goleador Michael Santos), y que es el más firme candidato al ascenso directo junto al Rayo Vallecano. El Cádiz supo contenerlos. No tuvieron los gijoneses ni una ocasión clara en todo el partido. Pero el Cádiz, a pesar del empuje, sólo fue capaz de crear una oportunidad en los 90 minutos: el cabezazo de Garrido que acabó en el larguero tras un paradón de Mariño. El Cádiz sigue ciego ante la portería.

Algunos de los cambios de Álvaro Cervera le salieron mejor que otros. Abdullah asumió sus responsabilidades de dirigir al equipo, aunque con más voluntad que acierto. Brian Oliván estuvo a buen nivel, enviando algunos centros y apoyando a Alvarito,  y parece motivado para seguir como titular. La dupla de Carrillo y Barral no funcionó. La pelea de Carrillo es para nada, porque rematando es nulo. Dispuso de una ocasión excelente, al filo del descanso, en un cabezazo con ventaja, que un delantero de calidad quizá hubiera aprovechado. Tampoco Barral tuvo una buena tarde.

Todos los equipos de la Liga 1/2/3 saben ya que hay que cubrir bien las bandas amarillas. A Alvarito, en ocasiones, los tapaban tres rivales. A Salvi bastaba con dos, teniendo en cuenta, además, que algunos de sus centros son irresolubles. El Sporting llegó con la idea de no perder para mantener la diferencia. Arriba, sin Santos, nunca inquietó. A pesar de la baja de Kecojevic, lesionado cuando sólo habían transcurrido 22 minutos. Para el juego aéreo del Cádiz fue un contratiempo.

Porque el juego aéreo era el único argumento. Así llegó la jugada de Garrido, en la que el balón acabó en la madera, tras salvar Mariño el gol. La presión tuvo un paréntesis de más de cinco minutos, por un encontronazo con lesión de un juez de línea. Eso frenó el dominio del Cádiz. Aunque difícilmente hubiera marcado. La presión final, ya con Dani Romera en punta, tampoco sirvió para nada.

Al Cádiz se le escapa el ascenso tristemente. No tiene un delantero como Michael Santos, el del Sporting, o Raúl de Tomás, el del Rayo. Ni tampoco como Borja Iglesias, del Zaragoza, o como el Cucho Hernández, del Huesca. Ni por supuesto como Mata, el máximo goleador, que mantiene con opciones al Valladolid pese a que ha encajado 48 goles (más del doble que el Cádiz).

Se equivocó Cordero al fichar en enero, cuando dieron Jona por liebre. Gato que fue ayer a la grada, para nada. El Cádiz pudo tener mejor plantilla que la temporada pasada, pero añora a un rematador como Ortuño y a un desatascador como Aketxe, que influyeron mucho para terminar en el quinto puesto. También ha perjudicado la ausencia larga de José Mari, al que lesionó Papu, del Zaragoza, tras una entrada salvaje en la que no fue amonestado.

Este año será difícil que jueguen la eliminatoria para subir, y ya es casi imposible el ascenso directo, de no mediar una colosal reacción en los seis últimos partidos.

José Joaquín León