ESTE Cádiz ha crecido a un nivel inimaginable hace medio año. El 4-1 al Sevilla Atlético certifica 30 puntos que huelen a salvación, pero que abren una puerta para seguir creciendo. Este Cádiz ya no es el que jugó la fase de ascenso de Segunda B para subir a base de coraje. Este Cádiz ya ni siquiera es el que comenzó su aventura en el retorno a Segunda A, con muchas dudas y apelando a su coraje para ir sumando puntos. Este Cádiz mantiene su espíritu de lucha, pero ha crecido, ha ganado en confianza y soltura. Ahora le sale bien casi todo. Por eso se empieza a mirar hacia arriba, sin olvidar el objetivo, que es mantenerse.

Ante el Sevilla Atlético, había salido el Cádiz con  Rubén Cruz en la mediapunta y con Nico Hidalgo en la banda derecha. Pronto se empezó a ver que el Cádiz crearía peligro cada vez que se estirase, gracias a un Alvarito pletórico por la izquierda. Y, por supuesto, gracias a la garantía que ofrece Ortuño, tanto en el juego de espaldas como en el de frente.

Ortuño se inventó una obra de arte que abrió el marcador apenas cumplido el cuarto de hora. A partir de ahí el Cádiz ofreció una buena versión, con la defensa infranqueable por el centro gracias a Aridane y Sankaré. Con un centro del campo donde Garrido cortaba y Abdullah distribuía. Y sobre todo con una banda izquierda a tope, en la que Brian ayudaba en ataque; y donde Alvarito era el vivo ejemplo del espíritu de este Cádiz: infatigable, peleando todo y más veloz que nadie.

Fue una lástima que no se aumentara pronto la ventaja, porque el Cádiz cedió terreno y fue dominado en el final del primer tiempo. El Sevilla Atlético tocaba bien con Borja Lasso de la Vega, pero en la zona sencilla, y sin mordiente arriba. Así transcurría también el segundo tiempo, hasta que un cabezazo de Sankaré daba paso a la fiesta en las gradas.

En los últimos minutos, el Cádiz volvió a demostrar su poderío. Ortuño juega para el equipo, sin que el equipo juegue para él, aunque sea la referencia arriba. Esto se vio en el cuarto gol, cuando Salvi optó por chutar él, en vez de regalárselo al goleador, que también estaba solo. Antes de eso, había marcado el tercero Nico Hidalgo, tras un remate de Ortuño. Y fue una pena que Alvarito, momentos antes del cambio, no pudiera culminar una escapada en la que se impuso por velocidad a todos los defensas. Cuatro goles marcados por cuatro futbolistas diferentes. Y un quinto jugador que no marcó, pero fue decisivo, letal arriba y generoso abajo.

Ese fue el Cádiz de ayer, que concedió un gol (ya con 3-0), al no blocar el portero Alberto Cifuentes un balón que era suyo. Este barullo fue el único lunar en una noche que ya era de fiesta prenavideña, gracias a este Cádiz que exhibía su verticalidad. En el mejor momento de la temporada.

Se sabe que este equipo, para seguir creciendo, debe insistir en ese espíritu guerrillero que Álvaro Cervera les ha inculcado. Esa ha sido su mejor aportación, a diferencia de otros entrenadores que no solucionaban nada. El fútbol de hoy es para futbolistas que vayan de verdad y no vuelvan la cara. Por eso, en medio año, ha cambiado el destino del Cádiz.

José Joaquín León