FUE una gran decepción: pasar de una gran noche con el Zaragoza a este pésimo día con el filial del Barcelona. Fue muy duro, porque a los jóvenes del Barça les bastó la primera parte para sentenciar y dar un baño de juego y goles a un Cádiz  descolorido. Ni siquiera supieron defender. Y lo peor es que habían salido con todo a favor, en un Mini Estadi con poco público, donde animaba más la afición cadista, y frente a un rival en situación casi desesperada, al que le faltaban por sanción Aleñá y Ruiz de Galarreta. Pese a esas ausencias, y a otras por lesión, el filial azulgrana fue superior.

En el fútbol influyen muchos aspectos, pero uno de los principales es el entrenador. Es probable que el Barcelona B ya estuviera salvado si hubiera prescindido de Gerard López antes de que fuera demasiado tarde. Con la llegada al banquillo de García Pimienta (que ganó con el Barcelona juvenil la Liga de Campeones europea) el filial ha sido capaz de vencer y superar al Sporting de Gijón y al Cádiz, manteniendo remotas opciones de salvarse. Su plantilla, en cuanto a jugadores, es posiblemente la mejor de la Liga 1/2/3, aunque entre a lesión de José Arnáiz, la salida en invierno del Choco Lozano, la falta de tensión, y las torpezas del entrenador anterior, aparece en una situación que nada tiene que ver con su calidad.

Salió el Barcelona B muy motivado. Esta vez Álvaro Cervera optó por alinear como titulares a dos ex jugadores del filial azulgrana. Romera desaprovechó la oportunidad y decepcionó. Perea pudo marcar un gol de falta cuando el Cádiz ya perdía 2-0, en la mejor ocasión de la primera parte, aunque aparecía y desaparecía.

Al Cádiz todo le salió mal. Al cuarto de hora se lesionó Garrido, lo que resultó determinante. Entonces el marcador reflejaba aún el 0-0. En la media hora restante del primer tiempo, el Cádiz encajó los tres goles en un saque de esquina, un penalti y un error garrafal. Tres jugadas absurdas, indignas del equipo menos goleado.

En el saque de esquina, el portero Cifuentes se quedó en la cueva (como dicen los argentinos) y dejaron a Marc Cardona rematar a placer. El penalti fue una bobada innecesaria de Lucas Bijker. El error garrafal, que mató el partido a falta de medio minuto para el descanso, lo cometieron Servando y el portero, que no se entendieron: Cifuentes despejó fatal, y le regalaron el gol a Nahuel.

Un mal día lo tiene cualquiera, pero llegó en el peor momento. La segunda parte fue testimonial. El Barcelona B se limitó a defender, que no es lo mejor que saben hacer. Nico Hidalgo entró por Carpio (que en su retorno no estuvo fino) y dominó el Cádiz por inercia. Apenas crearon peligro de verdad. Sólo marcaron el llamado gol del honor al final, en una jugada aislada de Barral, que remachó Alvarito. Una simple anécdota.

El Barcelona B había resuelto el partido en una primera parte en la que fue superior y aprovechó los regalos. El Cádiz se complica para las eliminatorias de ascenso. Las podría disputar si es capaz de ganar los dos últimos partidos ante el Tenerife y el Granada. Pero prolongar la temporada será inútil si van a jugar como ayer. Esa doble cara es preocupante.

José Joaquín León