NO es cierto que las cofradías de Cádiz hayan tensado las relaciones con el Ayuntamiento que encabeza José María González Santos, después del plantón para el Voto de la Patrona y la negativa a imponer la Medalla de la Ciudad al Nazareno. Lo que sucede es que son dos gotitas más para rebosar el vaso del desprecio que están sufriendo. Sobre este asunto ya he escrito varios artículos, incluso antes de las elecciones municipales de 2015, cuando alerté que para las cofradías y la Semana Santa no sería igual si ganaban unos u otros. Entonces algunos dijeron que era alarmismo, y que no iba a pasar como en la Segunda República. Por supuesto que no, pero el origen del odio es igual: no es el laicismo, entendido como neutralidad ante la religión católica, sino esa actitud anticlerical que aún mantiene una cierta izquierda casposa. Que, además, es revanchista.

Así como la Iglesia asumió los errores del pasado en los años de la Transición, en la izquierda sólo el socialismo democrático del PSOE se ha comportado con normalidad y concordia. Por el contrario, más allá del comunismo, es verdad que ya no fusilan a monjas y frailes desarmados, ni queman iglesias, ni masacran el patrimonio histórico artístico, como en ciertos acontecimientos de la memoria histórica, pero les queda un pero, que es el del odio y el revanchismo. No asumen que el pasado ya pasó, y fue como fue, pero gracias a Dios corren otros tiempos, en los que se perdonó, y hay sitio para todos, y se pueden mantener unas relaciones normales e incluso cordiales.

La primera piedra la tiró la concejala de Cultura, Eva Tubío, que nada más tomar posesión dijo que ella no asistiría a ningún acto de las cofradías, ni se ocuparía de nada de la Semana Santa, aunque entra dentro de sus responsabilidades. Porque no le salía del moño laico. Y ahí quedó. Fue deplorable que, por cobardía o por lo que fuera, las cofradías no pidieran su dimisión, o exigieran la destitución al alcalde. ¿Qué hubiera ocurrido si el concejal de Fiestas dice que a él no le sale del pito de caña ir a ningún acto del Carnaval? Pues se lo tragaron. Y lo peor es que se lo tragó la oposición municipal del PP, PSOE y Ciudadanos, que todavía no han exigido la dimisión de esta señora.

A partir de ahí, el alcalde Kichi empezó a dar bandazos. También le ha faltado valentía para poner a Eva Tubío en otro lugar, tras la última remodelación. El remedio no era situar como interlocutor a Manuel González Bauza, como si las cofradías tuvieran algo que ver con las playas. En realidad, el alcalde no sabe qué hacer y lo están equivocando. Así ha pasado de la penitencia con una velita al desprecio, en un santiamén.

José Joaquín León