UNOS ven el vaso medio lleno y otros lo ven medio vacío, se suele decir en el tópico. Algo parecido pasa en los muelles de Cádiz. Unos días aparece con dos, tres, cuatro o hasta cinco cruceros; o bien con otros barcos de Canarias, o de donde sea, que pasaban por allí. Sin embargo, también hay momentos en los que aparece vacío. Y esos momentos son aterradores. Sucedió en la mañana del Corpus, cuando pasaba el Santísimo por la plaza de San Juan de Dios, con la tribuna de Moret abarrotada de gente que no respeta al prócer gaditano y se le suben a las narices. Al fondo, el Puerto sin grandes barcos. Y detrás de la Custodia, no había marineros, como en tiempos pasados.  Otro símbolo chungo de los tiempos.

El pobre Segismundo Moret se pierde lo mejor. Lo han puesto ahí, de tal modo, que siempre está mirando hacia el muelle, como aguardando la llegada de una Gran Regata, pues no va a esperar a una novia que viene de Ultramar, ni el último cargamento que saquearon los piratas del Caribe. Don Segismundo no mira hacia la calle Nueva, que es por donde viene el Nazareno en la madrugada del Viernes Santo, o por donde viene el Santísimo en la mañana del domingo de Corpus. A Moret le pusieron la carrera oficial a su vera, a la verita suya, y sólo ha visto los pasos que daban la vuelta por Canalejas. Porque, realmente, hacia donde mira don Segismundo es hacia el muelle, o será que no se fía. A veces ha visto cruceros que son inmensos hoteles flotantes, y a veces no ve nada. Por supuesto, no ha visto que la integración en la ciudad sea algo más que palabras y diseños de utopías.

Decía Manuel Ángel González Fustegueras, en una reciente entrevista, que los proyectos del Puerto integrado deben aportar algún valor añadido. La Gran Plaza del Mar que proyectó él, encargada por Rafael Román (al que no le hicieron ningún caso, porque estaba en la oposición municipal), tenía el propósito de urbanizar y civilizar un espacio que hoy por hoy sigue destartalado y como inconcluso. Entonces, como ahora, el problema de Cádiz no es sólo la falta de proyectos, sino que no hay dinero. Y es raro que el capital socorra a los anticapitalistas.

El muelle vacío siempre es triste. Sólo ocurre en determinados momentos, es verdad, pero su actividad no tiene nada que ver con la de Algeciras, donde se aprecia otra vida. La ampliación de los contenedores y las gestiones en curso son muy importantes. Porque la integración no debe ser excluyente de la actividad portuaria, sino compatible con su futuro. Si se habla y escribe tanto del Puerto es porque en Cádiz la riqueza sólo ha llegado desde el mar.

José Joaquín León