LA carga de trabajo de los astilleros de la Bahía es un misterio. A Puerto Real llegó Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía, como madrina (¿eso es feminista?) de la nueva subestación eléctrica Andalucía II. Y le pidió a Ignacio Sánchez Galán, el presidente de Iberdrola, más subestaciones, que aporten carga de trabajo alternativa. Mientras que fuera estaban Antonio Noria y el comité de empresa, diciendo que si no llegan nuevos pedidos, a mediados de 2019 ya no habrá trabajo en Puerto Real. A la esperan quedan de las famosas corbetas de Arabia Saudí. Y reciente está el caso de las nueve fragatas australianas perdidas para nuestra Bahía.

Es una pena que los políticos utilicen la demagogia (o sea, el populismo) para los contratos en los astilleros. Es lo que ha ocurrido con las fragatas de Australia que han perdido. Navantia compite en una economía global, donde existen otros grandes astilleros, no sólo en el mercado asiático, sino también en el europeo. Muchas decisiones no se toman sólo por motivos políticos, también por intereses económicos.

Las nueve fragatas antisubmarinos son armas de guerra, según diría Pablo Iglesias. Ciertamente Australia es un país democrático, por lo que sus enemigos suelen ser parecidos a los nuestros. A la oferta española de Navantia (que ya había trabajado para la Marina australiana) se sumaban otras de una empresa británica y de los astilleros italianos de Fincatieri. Fue adjudicado el contrato a la británica BAE Systems, que los construirá en Adelaida y creará 4.000 empleos en Australia. Ha influido el Brexit y que los australianos se integraron en la Commonwealth, por lo que mantienen relaciones fluidas con el Reino Unido.

También se entiende que en Australia prefieran crear 4.000 empleos allí antes que en San Fernando (Cádiz). ¿Qué dirían aquí si un Gobierno concediera la construcción de nueve fragatas españolas a los astilleros de Adelaida (Australia)? Parecería más lógico construirlos en la Bahía de Cádiz. Pues es lo mismo, pero al revés.

Hay que renunciar a la hipocresía. Aunque puedan construir subestaciones para complejos eólicos y otros pedidos alternativos, los astilleros militares sirven para lo que sirven. No sólo existen en España, sino que también funcionan en otros países democráticos. Como se acaba de comprobar con las nueve fragatas que ha ganado una empresa militar británica en Australia.

Se trata de buscar trabajo para los astilleros. Pero habría menos frustraciones si se explicara correctamente la realidad.

José Joaquín León