EXISTE un turismo religioso, que muchas personas viven desde su fe como peregrinaciones, o simplemente por curiosidad cultural. Jerusalén, Roma, La Meca, Benarés, Lhasa… Lo fomentan todas las religiones. Para los católicos están Santiago de Compostela con su camino, Fátima, Lourdes o El Rocío… Como una derivación de los tiempos, ha surgido el turismo cofrade que, más allá de la Semana Santa, se ha especializado en los eventos extraordinarios, que ordinariamente se celebran casi todos los fines de semana en algún lugar de Andalucía. Hoy ese turismo llegará a Cádiz, con motivo del Vía Crucis con 16 pasos de la diócesis, organizado con motivo del 750 aniversario. Pero hoy es el día que veremos algo irrepetible.

La selección de pasos de media provincia de Cádiz que se ha realizado con este motivo, como todas las selecciones, es discutible. A mi entender, sobran algunos de irregular calidad artística, incomparables con otros que no estarán. Pero todo eso queda anulado ante la certeza de que veremos una maravillosa Trilogía del Amor, con tres pasos señoriales donde se resume la Pasión de Cristo según Cádiz: Columna, Humildad y Paciencia y Buena Muerte. A los que se puede añadir, como colofón mariano, el de la Virgen de los Dolores de San Lorenzo.

Bastaría con eso para entender la Semana Santa. En Cádiz, Jacinto Pimentel fue el imaginero que plasmó con más unción las huellas del sufrimiento de Cristo. En los tiempos del esplendor colonial acierta a tallar dos imágenes en las que el dolor alcanza su expresión más íntima y depurada. El Señor que sale de San Antonio, amarrado a su columna de plata, azotado por esos sayones dieciochescos que encarnan tan teatralmente la maldad. Ese Cristo martirizado es el que refleja en sus ojos, arrasados de tristeza, la Humildad y la Paciencia cuando lo vemos en San Agustín. En su dolor expectante se compendian todos los dolores. También los de la Virgen de San Lorenzo.

Pero ese dolor no es estéril. Se trasmuta en la plenitud de la muerte que nos devuelve la a la vida, gracias a su amor. El Cristo de la Buena Muerte, la gran herencia mística de los agustinos, volverá hoy a las calles de Cádiz, en una noche de julio, ausentes las oscuras tinieblas del Viernes Santo, para mostrar en silencio las huellas de la Cruz, en otras calles, otro ambiente, otro tiempo.

Vendrán turistas y curiosos. Habrá ruido, música, incienso… ¿A quién buscáis? Estará viva en las calles la Trilogía del Amor (Columna, Humildad y Paciencia, Buena Muerte). Es la síntesis de una Pasión eterna.

José Joaquín León