EN Cádiz, mejorando lo presente, ser alcalde o alcaldesa parecía como un seguro de vida política. Los gaditanos son muy fieles, según lo que se ha visto. A partir de las primeras elecciones democráticas, en 1979, tuvimos en la Alcaldía al socialista Carlos Díaz durante 16 años (1979-1995) y a la popular Teófila Martínez durante 20 años (1995-2015). Les ha sucedido el podemita José María González Santos en el último año y medio. En 36 años de democracia, desde 1979 a 2015, Cádiz sólo tuvo dos alcaldes, a diferencia de otros municipios del entorno como San Fernando, Chiclana o El Puerto. En Sevilla, que es la capital de provincia más cercana, en esos 36 años tuvieron seis alcaldes de tres partidos diferentes (PSA, PSOE y PP), y en 2015 entró el séptimo: el socialista Juan Espadas. Cádiz, pese a su fama de novelera, es poco sensible a los cambios.

Carlos Díaz llegó a la Alcaldía en 1979 sin ser el candidato más votado (gracias al pacto de izquierda), pero después ganó con mayorías claras en tres elecciones (1983, 1987 y 1991), si bien fue de más a menos. Es conocida la lamentación de Manuel Chaves y otros ilustres socialistas gaditanos, asumiendo que fue un error presentar a Fermín del Moral en 1995, en vez de jugársela otra vez con Carlos Díaz (al que ellos habían castigado) frente a Teófila, que entonces era una señora desconocida en Cádiz y venía de concejala de El Puerto de Santa María. Está por ver lo que hubiera pasado, aunque es cierto que pasó lo que se veía venir.

Los 20 años de Teófila Martínez en la Alcaldía se cimentaron en mayorías absolutas que llegaron a ser abrumadoras, avaladas por una gestión de obras visibles, cuyo primer gran éxito fue el soterramiento y la transformación urbanística que siguió. En 2015 perdió la Alcaldía porque no alcanzó otra mayoría absoluta, pero fue la más votada. Eso hace suponer a un sector del PP que en 2019 no van a tener mejor candidata que Teófila para recuperar la Alcaldía. Sin embargo, es fácil de entender que esa sería una misión de alto riesgo. Nadie lo ha conseguido así. Y en la nueva política las mayorías absolutas están muy caras.

Tampoco se puede olvidar el peso del sillón del alcalde en Cádiz, como se ha visto desde 1979. No se debe menospreciar la capacidad electoral de José María González Santos, ni obviar que Podemos tiene más seguidores que en otras ciudades. Y que el alcalde gestione rematadamente mal no es una garantía de vete a tu casa, porque está jugando al victimismo y al martirologio desde que recibió el bastón de mando.

José Joaquín León