SIGO con el bestiario gaditano. En esta ciudad tan rara, la izquierda protesta por lo mal que viven los gatos y la derecha por lo bien que viven las ratas. Si hicieran un pacto por la ciudad se podría solucionar: los gatos se comerían a las ratas; y todos contentos. De toda la vida, los gatos callejeros se han alimentado por su cuenta, y así han llegado al siglo XXI, formando colonias apestosas por donde se les antojaba, lo mismo en los bloques del Campo del Sur, que en los depósitos donde no hay nada, que en la Zona Franca mismamente. Eran gatos recios, montaraces y vagabundos, no como los finolis de ahora, que necesitan camareros de gatos con autorización municipal.

Las ratas de Cádiz tienen la costumbre de irrumpir donde dan más duele. Es decir, en los enclaves predilectos del PP. Ahora han aparecido en la calle Cánovas del Castillo, que es donde tienen su sede. Un lugar emblemático atacado por los roedores. Ya se dejaron ver por Bahía Blanca, considerado el distrito pepero por excelencia, aunque también el de Carlos Díaz. Y en Santa María del Mar vieron ratones, y este año una plaga de medusas. ¿Para picar a los que no votan a Kichi?  Yo creo que no, que es simple casualidad.

¿Y en los otros distritos no se quejan de los bichos? Pues depende. En general, se quejan menos. Aunque en Puntales estuvo a punto de levantarse el fuerte de San Lorenzo en armas, cuando la plaga de cucarachas del verano pasado.

Sin embargo, se habla menos de los perros, que deben estar celosos. Los perros forman mayoría absoluta en Cádiz. Según el censo de  mascotas, hay 376.784 en la provincia. Pero son muchos más, ya que faltan los que no han acudido a censarse. Los perros, como es natural, han exigido playas, siguiendo el modelo de Camposoto. Me parece bien que tengan algunas zonas reservadas, y también que no sean introducidos en las demás playas, ya que su presencia está prohibida en verano en toda-toda la costa andaluza, excepto donde hayan sido expresamente autorizados.

Aparte de los animales mencionados, están los voladores, como las palomas, a las que ya he dedicado atención. Se sabe poco de las cotorras, que en otras ciudades están siendo exterminadas. No se ha visto ninguna avispa asiática, ni siquiera por la calle Cánovas del Castillo. Aunque puede que aparezca algún cocodrilo en las obras pluviales de San Juan de Dios. Sin embargo, aquí no hay coches de caballos.

José Joaquín León