VOY a escribir una trilogía. No en plan Cincuenta sombras de Grey a la gaditana, ni tampoco en plan Dolores Redondo (aunque aquí hay más misterios que en el valle del Baztán), sino sobre el urbanismo local. Todos los días publica el Diario varias noticias sobre proyectos en Cádiz, dándose la circunstancia curiosa de que son globos sondas, que incluso cambian de un mes para otro, sin que se construya nada. Ya lo sabemos: ¿ustedes han visto la inauguración de alguna gran obra en Cádiz desde que se cortó la cinta del nuevo puente? Por algo será.

 

Empiezo esta trilogía con la construcción de pisos privados. En otras ciudades pueden pensar que en Cádiz somos bobos. Pues a ver: si nos quejamos porque disminuye la población un año sí y otro también (antes con Teo y ahora con Kichi), ¿qué remedio tiene eso? Repoblar Cádiz. ¿Y cómo se consigue? Con nuevos habitantes. ¿Y cómo aumentarían? Aparte de no regalar  preservativos, que es un gasto inútil en esta ciudad, hay que adoptar medidas urbanísticas consecuentes. Estas pasan, ineludiblemente, por la rehabilitación de más casas en el casco antiguo; pues se suele decir que Cádiz está bastante bien conservada para sus tres mil años, pero hay casas ruinosas en muchas calles. Y, junto a la rehabilitación (que la Junta y el Ayuntamiento han abandonado lastimosamente), hay que construir.

Un tópico arraigado insiste en que no hay espacios para la construcción. Es otra mentira cochina. Cádiz es como una isla, rodeada de mar y todo eso. Pero quedan algunos terrenos donde construir, y habría otros en los que se debería destruir para reconstruir mejor. Por otra parte, contamos con una planificación urbanística revisable. Por ejemplo, el caso del solar de Renfe. ¿Para qué necesitamos en Cádiz más oficinas, si no se venden ni alquilan las que hay? Sería más coherente construir pisos en ese solar y que lo habitaran algunas familias.

¡Ah, pero eso es especulación! Entramos en territorio enemigo. Aquí todo lo que sea construir pisos privados se considera un delito. Aquí todo constructor es un presunto delincuente que viene a forrarse y a explotar, mientras no se demuestre lo contrario. Aquí todo lo que sea construido por un promotor privado provoca alergias. Aquí, además, hay algunos que ni trabajan ni dejan trabajar. Eso sí, se quejan amargamente de la despoblación de Cádiz.

Ignoran que las ruinas de las ciudades no llegan por casualidad. Y que para cambiar la tendencia deberían hacer justamente lo contrario de lo que hacen.

José Joaquín León