LA Constitución española cumple 40 años en diciembre, y le están organizando fiestas de cumpleaños. Una muy interesante tuvo ayer por escenario el Oratorio de San Felipe Neri en Cádiz, organizada por El País y la cadena SER. Desde que Carlos Gardel cantó en su tango Volver que “20 años no es nada”, la gente dice que 40 años tampoco. Pero 40 años es el doble, ¿verdad?, y ya te vas haciendo maduro. Uno de los políticos que habló ayer en el Oratorio dijo anteriormente, cuando tenía 37 años, que no había vivido en los tiempos de Franco. Ahora se considera que un mayor de 40 años ya no debe ser líder de un partido, aunque sólo sobrevive uno, Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno. Los 40 años también se curan con el tiempo.

El País y la SER, hoy por hoy, están tirando la casa por la ventana. Primero organizaron en Madrid un mano a mano entre Felipe González y José María Aznar. Era como un paseíllo por el túnel del tiempo. El cartel del Oratorio de San Felipe Neri, lugar constitucional por excelencia, también es de relumbrón y telediarios. Allí estaban los líderes del PP, Pablo Casado, y de Ciudadanos, Albert Rivera, así como la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, por el PSOE. Mientras que Podemos envió al diputado Rafael Mayoral, que no es como Pablo Iglesias aunque sea pablista, ni tampoco está a la altura del liderazgo de los otros. Con todos los respetos, es como si a un cartel taurino con José Tomás, Morante y Roca Rey le ponemos a un muchacho prometedor que ha triunfado en las novilladas con picadores de Vistalegre. No es lo mismo.

Con eso se ha vuelto a demostrar la teoría de Cádiz como pan comío. En Podemos consideran que Cádiz es pan comío; y ya no les hace falta ni Teresa Rodríguez, que se puede ir de misionera a Málaga para las elecciones, porque aquí ya tienen al compañero Kichi, que nos escribe cartas a lo San Pablo (Iglesias), y se maneja estupendamente en todos los conflictos fiscales y en los recortes sociales. Pues si los recorta él, no es lo mismo que en los tiempos de la Teo.

También se nota que a la Constitución, a sus 40 años, no se la ve tan mal. En realidad, estaría estupenda si se cumpliera la letra y el espíritu. La Constitución tiene nombre de mujer, como la Libertad, y es la hija del Consenso y la Moderación, un matrimonio que funcionó bien en su momento, antes de que se divorciaran por algunas infidelidades nunca perdonadas.

En resumen, que para ponerla peor, sería mejor que se quede como está. Y ya se jubilará a los 70 años, aunque no cobre pensión.

José Joaquín León