EN otros tiempos, el 30 de septiembre terminaba oficialmente la temporada de playas en Cádiz. Se acabó lo que se daba. Pero ahora aspiramos a aprovechar mejor el calentamiento global. El verano de 2018 ha servido para que la costa gaditana se consolide como destino turístico. Sobre todo en agosto, que es su gran mes. Se ha destacado que mientras Cataluña y otras comunidades  han notado un moderado descenso, en Andalucía, y sobre todo en Cádiz, la ocupación hotelera no ha disminuido. Sin embargo, la presidenta de la Diputación, Irene García, y los alcaldes de los municipios costeros deberían estar atentos. El turismo provincial sigue siendo fuerte, pero hay elementos de riesgo para los próximos años, cuando el ciclo de las vacas gordas puede que adelgace.

Es muy bonito ver en el Diez minutos, el ¡Qué me dices! y otras revistas que a las costas de Cádiz vienen Paula Echevarría, Rosario Flores o Ana Rosa Quintana. También estuvo en Sanlúcar el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con Angela Merkel. Detalle no tan intrascendente como pudiera parecer, ya que los alemanes forman el principal colectivo del turismo extranjero en los hoteles de lujo. Una fortaleza que depende en parte de Tui y otros operadores. Sin embargo, la llegada de famosos no basta para decir que estamos arrasando.

En el turismo extranjero, Cádiz funciona regular. Va mejor con Alemania que con Inglaterra. El turismo inglés ha sido demonizado, desde que se le relaciona con los hooligans, el balconing y las borracheras. En España tiene más predilección por la Costa del Sol malagueña, Benidorm y las islas Baleares que por la costa de Cádiz. Sin embargo, existe un turismo británico de calidad, que prefiere el Algarve portugués.

Se habla de destinos quemados, como Túnez o Egipto, incluso Turquía y Grecia, que recuperan turistas. No se puede competir con ellos en precios. Pero esa no debe ser la excusa para seguirlos subiendo hasta niveles exagerados. El turismo español que viene es de clase media, o acomodado. Puede que en Sotogrande y otras urbanizaciones elitistas sean más ricos. Pero la oferta de clase media no se puede alejar con precios prohibitivos. Una elevada ocupación depende de ellos, y no hay alternativas.

El éxito de la costa de Cádiz se ha conseguido con una buena relación entre calidad y precio. Esa es la clave. Ya debemos olvidarnos de la Costa de la Luz, que pasó a la historia. Ahora lo que funciona es la marca Cádiz. Aunque algunos catetos no la quieran incluir en el aeropuerto de Jerez para reforzar el destino. Y verán que no menciono nada de las pateras, por no incordiar.

José Joaquín León