UNA consecuencia del peculiar Gobierno gaditano es el retorno al cantón. De no ser por otras instituciones, que mantienen un concepto más amplio de nuestra memoria histórica, este Ayuntamiento permanecería aislado del mundo, absorto en sus menudencias, imaginando que la vida se limita a las discrepancias entre José María González y Martín Vila, o a las negociaciones con Fran González para que le apoye. Por otra parte, si no hay dinero para atender a los vecinos de los barrios de Intramuros y Extramuros, pensar en las relaciones con Iberoamérica suena como a extraterrestres. Menos mal que Cádiz es tan americana como europea.

El Oratorio de San Felipe Neri es como esa lucecita que a veces se enciende para recordarnos que hubo un Bicentenario de la Constitución llamada de Cádiz. Aquel año 2012, cuando venía el rey Juan Carlos, el príncipe Felipe, los jefes de Estado y de Gobierno iberoamericanos y otras personalidades. Cádiz fue cantonal en el XIX, pero Cádiz también ha vivido abierta al mundo. La mezcla de nacionalidades y regiones de la que proceden sus habitantes le dieron un cosmopolitismo, que ahí quedó. Ese espíritu abierto forma parte de Cádiz.

Los embajadores de los países americanos volvieron ayer al Oratorio, en un acto organizado por las Cortes Generales (Congreso y Senado), en homenaje a la comunidad iberoamericana, con motivo del 40 aniversario de la Constitución. Ana Pastor le tomó cariño a Cádiz desde el nuevo puente. Y siempre nos quedará José Pedro Pérez Llorca. La semana pasada, Carmen Calvo, Pablo Casado, Albert Rivera y Rafa Mayoral, en el acto organizado por Prisa, acudieron por el mismo motivo. Una Constitución nos lleva a la otra, en viaje de ida y vuelta. El ansia de libertades que las inspiró unió a dos siglos, en los que fue frecuentemente pisoteada la democracia y la libertad.

En Cádiz todavía hay una Casa de Iberoamérica, creada por el Ayuntamiento en los tiempos de Teófila, y también hay una Real Academia Hispano Americana desde mucho antes, y un Festival de Teatro que fue ambicioso en los tiempos de Carlos Díaz; e incluso sigue aquí el Consulado de Argentina para Andalucía. En las calles hay testimonios de esas relaciones, que incluyen a Venezuela y Cuba, por supuesto, ya que todo viene de un pasado común.

Es penoso que por falta de presupuesto, y sobre todo de ideas (es decir, por ignorancia y cicatería), el Ayuntamiento actual vuelva las espaldas al pasado americano de Cádiz. Sólo se miran el ombligo.

José Joaquín León