UNAS horas antes de deshojar la margarita de las elecciones andaluzas, la presidenta de la Junta, Susana Díaz, ha visitado la factoría de Navantia en San Fernando, popularmente conocida como la Bazán. Esta vez no era para asesorar al comité de empresa, acerca de si debían organizar unos cortes de tráfico de más o de menos, para incordiar a la ministra de Defensa, Margarita Robles, de su mismo partido. Esta vez era para conocer los proyectos presentados por la factoría a la agencia Idea, con un importe de cinco millones de euros. Pero ya que estaba allí, hubo sonrisas por lo ocurrido con las corbetas de Navantia. Y, además, que a la presidenta de la Junta le encanta visitar unos astilleros. Si por ella fuera, trabajaría como madrina de Navantia.

Lo de la agencia Idea es una buena idea. Porque así Pedro Sánchez y sus seguidores no preguntarán: ¿Y qué hacía Susana de parranda por la Bazán?”. Otra vez a incordiar y a demostrar que la inteligencia no está en las bombas, sino que a veces la tontería se puede instalar en un Ministerio. Y si no le paras los pies a los de Podemos, te puedes cargar un pedazo de contrato de 6.000 empleos. Míralos como ahora los podemitas están más callados sobre este asunto.

La visita de Susana Díaz a la antigua Bazán nos recuerda que en la provincia de Cádiz, como en casi toda Andalucía, no existe un PSOE, sino dos. El de Pedro Sánchez, que es ahora el oficial, y el de Susana Díaz, que también es el oficial. ¿Y cómo se resuelven esos asuntos cuando los dos PSOE oficiales dicen una cosa y la contraria?

Antes era más sencillo. Se dividían en el PSOE histórico, que era el de los abuelitos de la guerra, y el PSOE renovado, que era el de Felipe González y la pandilla de la tortilla. Es decir, los jovencitos de Suresnes son los históricos de ahora, pero los renovados de Sánchez ya tampoco son tan jovencitos. Pues ahora quien tenga más de 40 años es un viejo para la política.

En esta provincia, uno de los PSOE dice: “Vamos a organizar un mitin en Alcalá del Valle con Meritxell Batet”. Y los de Susana e Irene se ríen y replican: “¿Pero ustedes saben dónde está Alcalá del Valle?”. A lo mejor se habían confundido, y creían que era la Alcalá de los Perales y los Pizarros. La puerta de Alcalá tampoco está allí. Quedan alcalaínos en la reserva activa de la política.

Susana ha pasado por la Bazán para dejar muy claras las circunstancias. Una decisión inteligente, como las bombas que ha vendido Margarita Robles, a regañadientes. Y ahora vienen las elecciones.

José Joaquín León