LA fiesta de los Tosantos es una de las más peculiares de Cádiz. Forma parte de sus tradiciones populares. Antaño se celebraba no sólo en el Mercado Central de la Plaza, sino también en otros, incluido el Piojito, que estaba junto a la Merced. No es un invento reciente, sino que existía en los tiempos de Vicente del Moral como concejal de Fiestas. En relación con los Tosantos, hay constancia de un famoso artículo de José María Pemán y simpáticas fotos de Juman. Por tanto, lo han festejado varias generaciones de gaditanos. Esto es muy anterior a los disfraces de Halloween, que ahora proliferan, y que ya los anunciaban incluso cofradías cuando fueron frenados en seco por el padre Juan Enrique Sánchez.

El problema de los Tosantos es que no se celebran cuando corresponde. Su día lógico sería el 31 de octubre, que es la víspera. Pero la fiesta de los mercados la han puesto en la tarde de hoy, a partir de las 18 horas, en el Mercado Central y el de Virgen del Rosario. Más de 50 puestos participarán, según dijeron la concejala de Fiestas, María Romay, y el presidente de la asociación de detallistas Asodemer, José Luis Paramio.

La fiesta de los Tosantos, como todo lo que se hace en Cádiz, también tiene sus críticos, que la ven demasiado gadita. Pero, en realidad, resulta bastante ingeniosa cuando está currado. No es cierto que sea como unos Juanillos con frutas, carnes o pescados, y sin quemarlos. Pero sí es cierto que se nota el espíritu carnavalesco que predomina en la ciudad. A la hora de criticar y de disfrazar. Eso aporta alegría, ironía y esas características de parodia que el gaditano y la gaditana entienden. Y si el forastero y la forastera no lo cogen, pues que tampoco lo suelten.

Detrás de los Tosantos estaba una fiesta que atraía público a los mercados para consumir. A los mercados se va a comprar, no sólo a ver. El concurso formaba parte de eso. Los Tosantos tienen predilección por los frutos secos propios del otoño y el invierno, como las castañas, las nueces y las almendras. También por las frutas de temporada, entre ellas granadas y chirimoyas (de sencilla rima), o los últimos membrillos. Y, por supuesto, los dulces típicos, que eran los huesos de santo, a los que se unieron los buñuelos, y más tarde los panellets, de origen catalán.

Las fiestas de los Tosantos no se deben perder, sino que se podrían prolongar más días. Un triduo gastronómico coincidiendo con los triduos de Ánimas. Se podría decir que los Tosantos son un dique de contención contra los espíritus de Halloween. Pero es mentira. Sobre eso escribiré mañana, si Dios quiere y no aparece otro asunto más interesante.

José Joaquín León