LO han conseguido. El Carnaval de Cádiz ya tiene su Cuaresma profana: 40 días de concurso en el Gran Teatro Falla. Es lo nunca visto. Los autores están como siempre, indignados por ese concurso del que todos despotrican, antes de pasar por el aro. Si nos fijamos en las opiniones de los autores que se han publicado en el Diario, cada uno dice una cosa, por lo que es imposible que todos queden satisfechos, ni exista unanimidad. El concurso de 2019 será una pasada. Soportar 24 funciones de preliminares es como un martirio chino. Si tu niño o tu niña se porta mal, llévalo al Falla y que se lo trague todo, de principio a fin. Se convertirá en otra persona, puede que incluso muerda, como dicen los buenos entrenadores.

Estoy de acuerdo con quienes plantean que el concurso del COAC necesita una reforma estructural; esto es, desde preliminares a la final. Tampoco estaría mal que lo organice el Ayuntamiento, pero esperarse a que pasen las próximas elecciones municipales, de las que saldrá otro Ayuntamiento, puede que con algunos de los mismos, o no. El concurso no puede tener unos jueces que son arte y parte, lo mismo que se dice del Consejo General del Poder Judicial.

El concurso durará 40 noches, y se padecerá durante 40 días por un sencillo motivo: es una fuente de ingresos. “Contra más sesiones, mejón”, como vulgarmente se diría. Importa poco que cante la comparsa de Juan Carlos Aragón o la de Ángel Subiela, porque lo que interesa es la cantidad. Por ahí empiezan los errores. Ya he comentado que el mejor sistema sería el de la Liga de Campeones. Ya he escrito que está todo inventado. El campeón de Gibraltar no puede competir con  el Real Madrid o el Barcelona. Al campeón de Malta lo normal es que lo elimine el de Albania, y a este un equipo como el Estrella Roja de Belgrado, que después queda el último del grupo cuando juega con el París Saint Germain y el Liverpool. Es decir, que el campeón de Gibraltar de las chirigotas no debe pisar el Falla. Para eso está el Cómico o el Palacio de Congresos.

Después quedarían los octavos de ocho sesiones, los cuartos de cuatro, y las semifinales de dos funciones. ¿Dónde se han visto unos cuartos de final con siete sesiones? Eso es una carajotada. Serían los séptimos de final, en todo caso. El problema del concurso es todos los años el mismo: cualquiera no puede ser artista.

Es un espectáculo con taquilla y se debe exigir un nivel mínimo. Todo lo demás sólo conduce al fracaso, y a hablar por hablar, para que todo siga igual, o incluso peor.

José Joaquín León