EN Cádiz gusta mucho un culebrón. Esto no viene de ahora, pero con el tiempo se ha perfeccionado. Culebrones de reconocido prestigio son el del Hospital de Puntales y la Ciudad de la Justicia, que proceden de los tiempos de Manuel Chaves en la Junta, incluso son anteriores al culebrón de los Eres. Pero yo me refiero sólo al culebrón gaditano, que no se está perdiendo, a diferencia de sus habitantes, sino que mejora con el paso del tiempo. Al llegar los de Podemos al poder (así se demostró que podían) les entró el gusanillo de tener su propio culebrón. Algo por lo que ser recordados cuando pase el tiempo. Y así empezaron a contar su cuento de la buena pipa: el culebrón del hotel del estadio.

En el repaso de las hemerotecas, hay al menos tres entrevistas con David Navarro, en las que dice que el acuerdo para un hotel en el estadio va por buen camino y es inminente. Yo mismo se lo he oído, una vez que le pregunté y le deseé suerte. Pues a todo Cádiz le interesa que consigan esos 9,8 millones de euros. Sería como si le toca el Euromillones al Ayuntamiento. Pero parece que tiene mala suerte. Unos adivinan las estrellas y otros siguen estrellados.

Por supuesto, todavía hay quienes dicen que la culpa de no haber vendido el hotel del estadio Carranza es de Teófila. A pesar de que los de Podemos y Unidos están intentando venderlo desde hace casi cuatro años. El pasado mes de noviembre, según publicó el Diario, David Navarro dijo lo siguiente: “Con el nuevo pliego de condiciones espero que el hotel del estadio se venda”. Se acompañaba de una foto, desde la que se apreciaba una vista del estadio, en la zona colindante de tribuna y fondo norte, donde supuestamente será ubicado el restaurante del hotel. Algo así como el Puerta 57 del Bernabéu, pero en Carranza.

Un experto en hoteles me dijo que el espacio del estadio no se vende porque no es un hotel de playa, ni de ciudad, ni de congresos, ni con encanto. Pero el hotel del estadio de Chapín, en Jerez, está más lejos de la playa, tampoco se encuentra en el centro de la ciudad, ni tiene encanto. Y el Occidental, que abrió Barceló en la Avenida, es de características similares en cuanto a distancia de la playa y tampoco está en el centro.

Se llega a la conclusión de que el problema es el precio. Las cadenas del sector estiman que ese hotel no vale 10 millones de euros. Es como si quieres vender un piso o un coche a un precio que nadie va a pagar. Es la ley de la oferta y la demanda. Precisamente, en estos días, estamos en plenas rebajas y sigue el culebrón del hotel del estadio.

José Joaquín León