POR causas inexplicables se ha difundido una pésima imagen del Campo de Gibraltar. Si nos dejamos guiar por lo que se publica y lo que vemos en televisión, resultaría que allí todo el mundo está tieso, excepto los que trabajan en la colonia de Gibraltar y los que trapichean con las drogas. Eso si no te disparan un tiro en una esquina durante las negociaciones entre bandas de maleantes. A lo cual se suman las llegadas de pateras todos los días. Curiosamente, ahora es noticia  por el Brexit, porque le ha tocado la lotería en los Presupuestos apócrifos de Pedro Sánchez y porque salió a la luz el pelotazo que dio el Puerto de Algeciras hace dos meses.

Los Presupuestos confirman que Algeciras es la apuesta logística del Sur de Europa y necesita el enlace ferroviario de Bobadilla completo. Por eso se aporta más dinero a un puerto estratégico, que fue bendecido el 28 de noviembre de 2018, en Madrid, durante la visita oficial del presidente de China, Xi Jinping, cuando firmó un acuerdo con más de 20 medidas. Entre ellas, se habló de las exportaciones de jamón a China, que iba a encarecerlo en España. Eso es lo que decían. Por el contrario, pasó casi desapercibido el acuerdo entre el puerto de Ningbo-Zhoushan (situado cerca de Shanghái) con el de Algeciras, por el que se convertirá en la principal puerta de entrada de mercancías chinas a Europa y el Norte de África.

En los últimos años, el comercio chino con entrada por el Puerto de Algeciras ha experimentado un gran crecimiento, que se cifra en el 145%. Pero el nuevo acuerdo permitirá multiplicar el tráfico de contenedores en los próximos años. Se podría decir, con cierta exageración, que un acuerdo así es como el de la Casa de la Contratación para Cádiz en el siglo XVIII. No ya en el sentido de que sea una mina de oro (vivimos en otros tiempos), sino porque consolidará a Algeciras como puerto preferente en la principal ruta comercial del mundo.

Cádiz compite en otros niveles. Después, cuando aparecen las estadísticas, hay sorpresas porque la población crece en la Bahía de Algeciras y se ha estancado en la Bahía de Cádiz, además de las pérdidas de la capital. Un nuevo eje de poder comercial y económico se está consolidando. Entre Cádiz y Algeciras no hay línea de tren, a pesar de que se pidió en el siglo XIX; ni  la autovía por la costa, que es un compromiso incumplido en el tramo de Vejer a Algeciras.

El puerto algecireño ha asumido la pujanza que tuvo el de Cádiz en otros siglos. Cádiz sigue buscando su lugar en el mundo, mientras Algeciras ya lo ha encontrado.

José Joaquín León