HAY una plaza en Cádiz que está gafada. De Sevilla se llama. De Sevilla tenía que ser. Todo lo que se hace (y no se hace) allí es desastroso. Está en un enclave de los principales de la ciudad, justamente en la confluencia del transporte por mar, por tren y por carretera. A la vera del Puerto, de la estación de Renfe y de la nueva estación de autobuses. Es de lo primero que ven nuestros viajeros. Justo frente al Palacio de Congresos. En un momento dado, la anterior alcaldesa, Teófila Martínez, dijo que sería el nuevo centro. No sé si llegó a decir que sería la gran plaza del siglo XXI, o esto lo he imaginado. Ni antes, ni ahora, se redondea aquello.

Todo lo que afecta a la plaza de Sevilla es motivo de controversias. Y lo más curioso es que, en realidad, no se hizo nada; excepto colocar un adefesio en una glorieta. Desde hace 15 años, desde que inauguraron la estación de tren, se venía hablando de los proyectos anexos. El del mercado gastronómico sigue en el limbo de los justos. El centro comercial se había ido ya al garete. El nuevo hotel parecía que nunca se iba a construir, y cuando Adif se lo ha adjudicado a Barceló (que es una empresa hotelera de las más prestigiosas de España) se empezó a criticar porque iba a desfigurar el sky line. ¿Alguien ha visto el diseño del edificio nuevo? A ver si pasa lo mismo que en Barcelona con la Torre Agbar, que tiene forma de Cayetano sin el toro, y se ve en toda la ciudad. Y lo mejor es que ese hotel no se ha inaugurado, como tantos otros que se han anunciado en Cádiz. Puede que se aburran.

¿Y qué me dicen del parking subterráneo? Primero aprobaron en un pleno que sería construido. Después han aprobado en otro pleno que no sería construido. Y ni lo han construido, ni lo han dejado de construir. ¿Y qué me dicen de la Gran Plaza del Mar? La presentó, con todas sus ilusiones, Rafael Román, según un diseño de González Fustegueras. Pero Teófila Martínez no la quiso porque el proyecto era de los otros. Y ahora, cuando no está ella como alcaldesa, ¿qué pasa? Viene Susana y no dice nada, y Rafael ahora es sanchista.

Esto por no insistir en otros proyectos de las cercanías, como los jardines, o no sé qué zona verde que adornaría los terrenos del aparcamiento de superficie que iban a suprimir. Y el Museo de la Semana Santa, en los antiguos talleres de Velasco, que completaría el anillo de los museos de las Puertas de Tierra en el baluarte de Santa Elena.

Entre todos los proyectos de la plaza del Gafe lo único que sigue en pie es la Aduana, que la iban a derribar. Y, por supuesto, la gran bandera. De vez en cuando la cambian, según las festividades. Así se distraen.

José Joaquín León