ENTRE las aportaciones de las pantallas LED de Cádiz, no sólo estuvieron los anuncios del segundo puente y el carril bici que todavía no se ha inaugurado. Además de informar de las farmacias de guardia, el tiempo y otros datos, se puso en marcha una campaña denominada Sin poesía no hay ciudad (el lema no era original). No sólo en las pantallas callejeras, sino también en autobuses, mupis y sitios así. Nunca fue agradecido ese gesto poético, ni siquiera por algunos culturetas que se integraron después en el plan C. Sin duda, porque la ocurrencia no había sido de ellos, ni mucho menos de Eva Tubío, que entonces era funcionaria y estaba preparando el camino al señor que viniera después. En fin, que la ocurrencia había sido del equipo de la señora Martínez.

En una ciudad poética como Cádiz, repleta de artistas de la pluma y el cante, esta campaña no ha tenido el éxito esperado. Debió ser el estímulo para un florecer de la poética local, más allá de coplas que ponen los vellitos de punta. Incluso más allá de tertulias de amigos, que se leen sus poemas unos a otros, en actos de poca concurrencia.

Cádiz no ha sido la punta de lanza de la nueva poesía española, como se decía en tiempos de José María Pemán. Al menos, en aquellos tiempos duros, había poetas franquistas y antifranquistas de gran categoría mundial. Después, en la Transición, se le dio su sitio a Rafael Alberti y a otros grandes poetas que volvieron del exilio, aunque el premio Nobel de Literatura se lo otorgaron a Vicente Aleixandre, que nunca se fue y se quedó en su casa, pero escribió poemas “que no se parecen a nada” (según Luis Cernuda), y que ya nadie lee, por desgracia.

Los tiempos se han echado a perder, con la nueva política, o lo que sea. Hemos pasado del Nobel de Aleixandre y del regreso de Alberti a las tuiteras que escriben algo parecido a la poesía. Así, en estos días, la gran poetisa de España es @srtabebi, cuya identidad se desconoce, pero ha vendido ya 46.000 libros (sí, 46.000) de Amor y asco.

Muchachas enamoradas, morbosas o irreverentes van como locas a las librerías y la siguen por la red. Esta señorita Bebi se presenta del siguiente modo: “Mujer. 23 años. Criminóloga. Adicta al maquillaje, a los libros y a mandar a comerme el coño a todo el mundo en general”. Esto último es textual. Y así estamos. Hasta aquí hemos llegado desde el Nobel de Aleixandre. Al menos, hasta hace poco, los poetas de ventas mayores eran Luis García Montero y la cantante Vanesa Martín, que han sido arrasados por las tuiteras de poética cañera.

Sin poesía no hay ciudad… Pero ya no hay ciudad, ni poesía. Ha sido un fracaso.

José Joaquín León