EN algunas ciudades europeas (Roma, Berlín, Lisboa, Barcelona, entre otras) ya han implantado el peaje turístico. Como se sabe, consiste en cobrar una tasa a los alojados en hoteles y apartamentos (supongamos que uno o dos euros al día) para que contribuyan al pago de los servicios durante su estancia. Es curioso porque ya he oído algunas voces defensoras de implantarlo en Cádiz, ciudad que históricamente ha sido alérgica a los peajes, tanto en el puente Carranza (donde lo hubo y se eliminó), como en la autopista a Sevilla, donde será suprimido en diciembre de este año. Si bien se entiende que no sería igual, porque el peaje turístico en Cádiz no lo pagarían los gaditanos.

La medida es polémica. Por cierto que sus principales partidarios son de izquierda. En general, el peaje público siempre será de izquierda, ya que se trata de recaudar más para los servicios colectivos, mientras que la izquierda se opone al peaje privado y lo considera de derechas porque lo cobra una empresa, aunque a cambio también asume servicios. Barcelona, donde gobierna Ada Colau (que pasa por ser de corrientes podemitas) tiene una de las tasas turísticas más altas de Europa, junto a las islas Baleares, Roma y Berlín. Esas tasas se aplican en los hoteles y apartamentos, y oscilan entre cuatro euros y un euro. Pagan más en los hoteles de lujo y menos en las pensiones.

Imponerlo en Cádiz tendría partidarios y detractores. Recordemos lo que se celebró cuando fue abolido el peaje del puente Carranza en 1982. El alcalde de entonces, Carlos Díaz, fue paseado por el puente a hombros de militantes del PSOE. Y, además, el Ayuntamiento recibió ingresos de compensación. Se consideró un éxito. El peaje del puente era un serio inconveniente para viajar a Cádiz, excepto que dieras la vuelta por San Fernando, o llegaras en barco o tren.

¿Y ahora qué? Habría que sopesar las circunstancias. Me parecería oportuno cobrar una tasa turística a los visitantes en Carnaval. Entre gaditanos y forasteros generan un aumento de servicios extraordinarios. No vamos a insistir en cuestiones escatológicas, bien conocidas y padecidas. Sería bueno que esto se cuantificase. Dos euros por entrar en Cádiz. O uno para las familias numerosas. Una medida como esa no afectaría al gaditano ni a la gaditana que acreditase su empadronamiento en Cádiz.

Por ahí podría empezar el peaje turístico gaditano, por el Carnaval. Es una fiesta que se ha enguarrado demasiado, y las consecuencias se deberían asumir con un justo reparto de los gastos que origina.

José Joaquín León