EN Cádiz hubo una cofradía universitaria desde antes de que se fundara la Universidad como tal en 1979. Un grupo de jóvenes fundó en 1939 la cofradía de la Sentencia, a la que durante un tiempo se conoció como Los Estudiantes. Dos décadas después, en 1959 otro grupo de jóvenes, que en su mayoría había estudiado en el colegio de San Felipe Neri, quería fundar una nueva cofradía, si bien lo que hicieron fue reorganizar la de Jesús Caído, que se fundó en la iglesia del Carmen en 1942, aunque estaba sin actividad y no llegó a salir en procesión. Los inicios fueron difíciles, pero la semilla de la hermandad era buena. Así fructificó la cofradía universitaria de Cádiz, que hoy es uno de los referentes del Martes Santo.

Su historia es azarosa. El padre carmelita Isidoro de Jesús, que había llegado como prior, quiso que la iglesia del Carmen tuviera una cofradía de Jesús Caído, un pasaje de la Pasión de Cristo al que San Juan de la Cruz profesaba gran devoción. El imaginero gaditano Miguel Láinez utilizó una viga de madera del convento para hacer la imagen, en tamaño académico, que él mismo reformó poco después, para ampliar el tamaño de la efigie, aunque mantuvo la cabeza. La actividad de la hermandad decayó.

Tras la reorganización de 1959, salió por vez primera en 1960 desde la Castrense, sólo con el paso del Señor. Es curioso lo que sucedió con la Virgen de los Desamparados. La primera fue una imagen genovesa que cedieron los carmelitas, pero que no permitieron llevarse cuando se reorganizó la hermandad. En 1961, mientras realizaban las obras de la capilla en el colegio mayor Beato Diego de Cádiz, la cofradía de Jesús Caído salió de San Lorenzo, aunque recibía culto en las Descalzas. En el paso salió también una Virgen cedida por las monjas, que pudo ser la que tuvo la extinguida cofradía del Prendimiento. Poco después, en 1964, José Rivera talló la Virgen actual, a la que posteriormente retocó Alfonso Berraquero.

La primera salida de Jesús Caído desde la capilla del colegio mayor tuvo lugar en 1962. Allí, en esa sede, en aquellas noches inolvidables de Martes Santo, cuando el Señor Caído y la Virgen de los Desamparados recorrían el Parque Genovés en sus pasos, se consolidó como una de las principales cofradías de Cádiz. Contó con la primera cuadrilla de hermanos cargadores. Y con la devoción de los universitarios gaditanos.

Ahora, cuando continúa en San Francisco, la huella de la Universidad sigue presente en esta cofradía, que aportó un sello especial al Martes Santo de Cádiz.

José Joaquín León