ANTES de que apareciera la nueva política, en Cádiz la marea más conocida era la del restaurante de Mikel Elorza en el Paseo Marítimo. También estaba el chiringuito La marea, de la misma propiedad, que no se instalaba en invierno, pues no era costumbre. Igualmente se conocían en Cádiz las mareas altas y las mareas bajas. Así como en verano se hablaba de las mareas de Santiago, cada vez menos, porque con el calentamiento global, las arenas de Costas, o lo que sea, las mareas de ahora ya no son como las de antes, cuando las olas llegaban a veces hasta el Paseo Marítimo. En aquellas viejas mareas no había camisetas de colores, ni se veía a gente de Izquierda Unida y Podemos.

Por el contrario, a partir de los indignados del 15M (algunos de los cuales se han colocado en la vieja política diciendo que es nueva), empezaron a aparecer las mareas de colores. Fue muy llamativa la marea verde, del sector de la Enseñanza, con la que se dieron a conocer Teresa Rodríguez y su compañero de protestas, así como otros que también han ido en la lista. En los últimos tiempos, aunque la Enseñanza sigue por el estilo y demás, esta marea verde parece más baja, y ya no llega hasta el Paseo Marítimo, pues ellos van al Parlamento de Andalucía y al Ayuntamiento, respectivamente.

Ahora está más bravía la marea blanca, que es el color de la Sanidad (aunque los penitentes de la Sanidad visten túnicas negras). Supongo que será por las batas de hospital, no va a ser por los gorros de los cocineros. Las mareas blancas de los sanitarios empezaron en Granada, que es un sitio rarísimo para que llegue una marea hasta allí, teniendo en cuenta lo lejos que están de la costa. Pero hubo un señor que movilizó a todos, y le han salido imitadores por nuestra comunidad. De manera que ya no hay provincia que se precie sin su marea blanca. En Cádiz la encabeza Antonio Vergara, muy querido en la ciudad, y que no es concejal de Ganemos porque renunció a encabezar la lista, honor que se derivó a Martín Vila.

En Cádiz hay motivos para una marea blanca. Raro es el médico del Puerta del Mar que no despotrica  por su situación. Los enfermos tampoco están felices, salvo excepciones. Además, quedan en el recuerdo aquellas promesas del bonito hospital de Puntales, la nueva Facultad de Medicina y otros cuentos fenicios. Hay  motivos para protestar, eso es indudable. También los hay para pedir que las mareas, al final de la pleamar, no sean todas de color morado, y las aprovechen los de Podemos para pasar por socorristas  con sus camisetas.

José Joaquín León