EL crimen de Klara García ha vuelto a la actualidad. Se ha difundido que una de las asesinas, Iria, fue profesora de niños en un colegio de Oxford durante un curso completo. El revuelo que ha provocado en Inglaterra contrasta con la moderada difusión que ha merecido en España. Sin embargo, se trata de uno de los crímenes mediáticos más importantes ocurridos en la provincia de Cádiz en las últimas décadas. El suceso ocurrió en mayo de 2000 en San Fernando y causó una enorme conmoción. Fue asesinada una chica de 16 años, Klara García. Las asesinas eran Iria y Raquel, dos compañeras de instituto y amigas, que la mataron con premeditación y frialdad en el Barrero para escenificar un cuento satánico. Originó una gran polémica sobre la Ley del Menor. Un debate sobre el que se puede regresar, visto lo visto.

Las dos asesinas, Iria y Raquel, rehicieron sus vidas. Sin embargo, la asesinada, Klara, perdió su vida a los 16 años. Esa es la diferencia real y efectiva del caso. Se podría ahondar en el arrepentimiento de las dos asesinas, si es que lo hubo. Iria tenía 16 años y Raquel 17 años. Eran dos menores que vivían en San Fernando, compañeras de Clara García Casado, y amigas, que mostraban afición hacia el simbolismo gótico.

Según las investigaciones, Clara (o Klara, como la llamaban) se apartó relativamente de sus amigas tras algunas actitudes que no le gustaron. La cabecilla era precisamente Iria. En el diario de la asesina aparecieron pruebas de su afición a los ritos satánicos. En su ordenador encontraron 35 cuentos de temática gore, en uno de los cuales se relataba un asesinato, que reprodujeron fríamente cuando mataron a Klara. Se debatió que el crimen se pudo prevenir, ya que eran conocidas las rarezas de Iria y su morbosidad criminal. Había escrito cartas pidiendo amistad a José Rabadán, el asesino de la Catana, mientras estaba en la cárcel.

El crimen fue perpetrado con ensañamiento. Iria le gritaba a Raquel “¡Sigue, sigue!”, mientras apuñalaba a Klara. De aquello sólo queda un recuerdo: un unicornio y una placa en el parque del Barrero. Se apagó la polémica por la aplicación de la Ley del Menor, que parecía más benévola con los asesinos que con las víctimas.

Precisamente por eso, en Inglaterra hay indignación. Con la ley británica, una asesina de tendencias crueles (aunque se haya reinsertado) no hubiera sido profesora en un colegio de niños. Pero en España los datos son borrados al cumplir los 28 años. Como si no hubiera pasado nada, como si nadie hubiera asesinado a Klara García. 

José Joaquín León